Hemos entrado en una era de policrisis. Los conflictos, el cambio climático, los efectos persistentes de la pandemia de COVID-19 y otros desafíos globales amenazan con descarrilar el progreso logrado con tanto esfuerzo hacia los ODS. Si bien lo peor de la pandemia de COVID-19 parece haber pasado, el mundo todavía se está recuperando de sus impactos. La recuperación ha sido lenta, desigual e incompleta. La pandemia ha creado reversiones significativas en los resultados de salud global. Las vacunas infantiles han experimentado la mayor disminución en tres décadas, y las muertes por tuberculosis y malaria han aumentado en comparación con los niveles previos a la pandemia. COVID-19 también ha tenido impactos devastadores en la educación, causando pérdidas de aprendizaje en cuatro de cinco de los 104 países estudiados. Sus secuelas económicas son igualmente graves.
La pandemia y el progreso
La pandemia interrumpió tres décadas de progreso constante en la reducción de la pobreza y el número de personas que viven en la pobreza extrema aumentó por primera vez en una generación. También ha provocado el mayor aumento de la desigualdad entre países en tres décadas.
Para mayo de 2023, las devastadoras consecuencias de la guerra, el conflicto y las violaciones de los derechos humanos habían desplazado a la asombrosa cifra de 110 millones de personas, de las cuales 35 millones eran refugiados, las cifras más altas jamás registradas. Casi 7000 personas murieron durante la migración en todo el mundo en 2022, y el número de muertes en varias regiones volvió a los niveles previos a la pandemia y, en muchos casos, incluso los superó.
La crisis climática está empeorando a medida que las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando. El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático encuentra que la temperatura global ya está 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales y es probable que alcance o supere el punto crítico crítico de 1,5 °C para 2035. Olas de calor catastróficas e intensificadas, sequías, inundaciones e incendios forestales se han vuelto demasiado frecuentes.
El aumento del nivel del mar amenaza a cientos de millones de personas en las comunidades costeras. Además, el mundo se enfrenta actualmente al evento de extinción de especies más grande desde la era de los dinosaurios y los océanos sufrieron la carga de más de 17 millones de toneladas métricas de contaminación plástica en 2021, con proyecciones que muestran una posible duplicación o triplicación para 2040.
Los países en desarrollo están lidiando con un aumento sin precedentes de la deuda externa tras la pandemia, situación agravada por la inflación, el aumento de los tipos de interés, las tensiones comerciales y la capacidad fiscal restringida. Se necesitan con urgencia reformas de la gobernanza global y de las instituciones financieras internacionales para que se ajusten a su propósito, y se adapten al futuro, dando más voz y participación a los países en desarrollo. Esta edición especial del Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible nos recuerda que aún queda mucho trabajo por hacer. Su evaluación integral del progreso global hacia los ODS pinta un panorama aleccionador.
Sin embargo, este informe también brinda una visión de esperanza al mostrar el progreso que el mundo ha logrado hasta ahora y el potencial para futuros avances. La tarea que tenemos por delante es abrumadora, pero no imposible. Con solo siete años para lograr un cambio transformador, los líderes políticos y las instituciones públicas deberán reunir a todas las partes interesadas en torno a los ODS y fortalecer la colaboración, al tiempo que generan confianza y responsabilidad.
Pasos como las innovaciones regulatorias que alinean los modelos de gobernanza del sector privado con los objetivos de desarrollo sostenible podrían generar cambios significativos, si se aplican lo suficientemente pronto.
La Cumbre de los ODS que tendrá lugar en septiembre será un momento crítico para que los Estados miembros impulsen sus esfuerzos y renueven su compromiso con los ODS. También será una oportunidad para todos nosotros (ciudadanos, sociedad civil, sector privado y otras partes interesadas) de abogar por la urgencia, la ambición y la acción para alcanzar los Objetivos.
La Agenda 2030 sigue siendo el modelo más claro de las más altas aspiraciones de la humanidad. Cuando los historiadores escriban sobre el siglo XXI, juzgarán a los líderes y legisladores por si han logrado transformar este plan en realidad.
En septiembre de 2015, cuando los líderes mundiales se reunieron para adoptar los ODS, declararon que “el futuro de la humanidad y de nuestro planeta está en nuestras manos”. En este punto medio, estas palabras son más ciertas que nunca.
Ahora depende de todos nosotros garantizar que se alcancen los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en su totalidad y a tiempo.
