La analogía sirve para dimensionar la cantidad de residuos urbanos que el mundo genera cada año. Si las 2.300 millones de toneladas producidas en 2023 se empaquetaran en contenedores de envío estándar y se colocaran de un extremo a otro, los desechos darían la vuelta al ecuador de la Tierra 25 veces.
Esta exorbitante e insostenible generación de residuos -que en 2050 trepará a la escalofriante cifra de 3.800 millones de toneladas, un 56%- explica también la aceleración de la crisis climática, según revela el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en su reciente informe titulado “Más allá de una era de residuos : Perspectivas de la gestión mundial de residuos 2024”.
La investigación -publicada conjuntamente con la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA)- ofrece una evaluación actualizada de la gestión global de residuos y un análisis de datos sobre la gestión de residuos sólidos municipales en todo el mundo.
La actualización de los datos confirma que respecto a 2015, cuando por primera vez la ONU recopiló información científica sobre la problemática, “la humanidad ha retrocedido” en la cruzada por reducir y reciclar sus desechos.
“A pesar de algunos esfuerzos concertados, poco ha cambiado. Estamos generando más desechos, más contaminación y más emisiones de gases de efecto invernadero”, se advierte.
El informe solo contabiliza los residuos municipales, los que se generan donde hay asentamientos humanos: alimentos, embalaje, artículos para el hogar, productos electrónicos, ropas y zapatos, y productos de higiene personal, entre otros.
Deja fuera de análisis los residuos agrícolas; de construcción y demolición; industriales y comerciales; y residuos sanitarios. Por ende, a la cifra total del relevamiento hay que agregarle otras miles de millones de toneladas.
Sólo los residuos municipales, la forma en que la gente compra, usa y desecha materiales, “están intrínsecamente vinculados a la triple crisis planetaria del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad”.
Muchos de estos residuos, explican los investigadores, “no conocen fronteras nacionales”, se transporta por vías navegables a través de los países y entre ellos, mientras aumentan las emisiones procedentes de la quema y el vertido a cielo abierto; y se contaminan los ecosistemas terrestres y acuáticos.
La generación -detalla el informe- está asociada al PBI de los países y a las “tendencias de crecimiento”: “A medida que los países se vuelven más ricos, aumentan las tasas de industrialización y urbanización, cambian los patrones de vivienda y consumo y se dispone de una gama más amplia de productos en el mercado. Esto, a su vez, impulsa un aumento en la cantidad promedio de residuos generados por persona”.
Como a nivel mundial se espera para el 2050 un crecimiento doble de PBI y de población, la ONU llama a adoptar “estrategias urgentes” para desacoplar el crecimiento económico del consumo de recursos y la generación de residuos.
Los países de bajos ingresos tienen poblaciones rurales proporcionalmente mayores, lo que significa que más personas viven cerca de los lugares donde se producen los alimentos. En estas regiones se utilizan menos envases para transportar alimentos de las zonas rurales a las urbanas, “por lo tanto, los envases constituyen una proporción menor de los residuos”.
Se pone el ejemplo de África y América del Sur, donde se tiene una proporción relativa más alta de desperdicio de alimentos, “no porque desperdicien más alimentos que otras regiones, sino porque hay una proporción menor de residuos de envases”.
Las poblaciones de mayores ingresos y más urbanizadas, en cambio, requieren “más embalajes” para transportar alimentos desde las zonas rurales a las urbanas. Además, estos consumidores “priorizan” la comodidad (envases de un solo uso para el traslado de comida a domicilio) y gastan más en ropa y productos de higiene.
Muchos de estos desechos se convierten en “residuos no contralados”, aquellos que no son recogido y luego reciclado y/o eliminados en una instalación controlada.
El informe calcula que el 38% de los residuos urbanos generados a nivel mundial no están controlados. Y proyecta que se dupliquen en los próximos 26 años: de 806 millones de toneladas en 2020 a 1.600 millones de toneladas en 2050.
Respecto al reciclaje -“que no es el objetivo final de la gestión de residuos: siempre es mejor reducir los residuos previniéndolos en primer lugar-, las tasas varían significativamente entre países y regiones: un pequeño número de países de altos ingresos reportan tasas de reciclaje superiores al 50%, mientras que en África subsahariana y América del Sur la tasa de reciclaje se acerca sólo al 5%.
En estas regiones, las prácticas generalizadas de vertido y quema de desechos a cielo abierto -miles de toneladas provenientes de los “países ricos”- “plantean un desafío importante para los seres humanos y salud planetaria”, alerta el informe.
Se estima que mueren entre 400.000 y un millón de personas en el Sur Global cada año de enfermedades relacionadas con la mala gestión de residuos, que incluyen diarrea, malaria, enfermedades cardíacas y cáncer.La investigación también pone la lupa sobre los costes económicos de la gestión de los residuos.
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“Los patrones de consumo y producción insostenibles dan como resultado cantidades cada vez mayores de desechos que gestionar, lo que a su vez aumenta los costos directos para la sociedad”, se advierte.
En 2020, el coste directo mundial de la gestión de residuos se estimó en 252.000 millones de dólares. Si se tienen en cuenta los costos ocultos de la contaminación, la mala salud y el cambio climático debido a las malas prácticas de eliminación de desechos, el coste se eleva a 361 mil millones de dólares.
Sin “medidas urgentes en materia de gestión de residuos”, para 2050 el número podría casi duplicarse hasta alcanzar la “asombrosa” cifra de 640.300 millones de dólares.
Por tanto, “mejorar la gestión de residuos en todo el mundo requerirá inversiones significativas”. Con diferencia -aclara el informe-, “la solución más asequible es reducir drásticamente los residuos y valorar los materiales secundarios como recurso”.
Las proyecciones muestran que un modelo de economía circular, en el que la generación de residuos y el crecimiento económico se disocian mediante la adopción de medidas para evitarlos, prácticas comerciales sostenibles y una gestión integral de los residuos, podría transformar costes en ganancias: 108.500 millones de dólares al año.
Claro que para lograr ese escenario, regiones como América del Norte, Australia y Nueva Zelanda, y la mayor parte de Europa, necesitan “reducir drásticamente el consumo intensivo de recursos y la generación de residuos”.
El informe deja varias conclusiones:
1) Históricamente se ha subestimado el impacto de los residuos en el cambio climático. Esto ha llevado a una inversión insuficiente en la reducción y gestión de residuos como mitigación eficaz del cambio climático.
2) A pesar de la concienciación sobre la crisis mundial de residuos, los avances hacia la prevención y la mejora de la gestión de residuos no se están produciendo con la suficiente rapidez.
3) Los líderes políticos deben reconocer la urgencia de la crisis de los residuos y sus impactos en la sociedad.
4) Existe una necesidad cada vez más urgente de medidas iniciales para reducir el uso de recursos y la generación de desechos, y medidas posteriores para reducir los impactos ambientales de los desechos.
Fuente: LaPoliticaOnline