La calima seguirá tiñendo este miércoles de ocre los cielos de gran parte de España por el manto del polvo del desierto que transporta la borrasca Celia, formada el domingo al suroeste de la Península y que el lunes ya dejó paisajes marcianos en el litoral del sureste. Este episodio de polvo sahariano, que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) califica de “extraordinario” por su intensidad, extensión y duración, alcanzará su máximo este miércoles en la Península, ascenderá por el continente hasta al norte de Alemania y comenzará a disiparse el jueves. Este miércoles, se repetirán las lluvias de barro o de sangre, sobre todo en la Comunidad Valenciana, Murcia, sureste de Castilla-La Mancha y Andalucía oriental. En el resto del país, continuarán las deposiciones secas de polvo, es decir, caerá a plomo del aire sobre las superficies. En las próximas horas, lo peor estará en el sureste, zona centro, oeste peninsular, puntos del Cantábrico y de Baleares, alerta Rubén del Campo, portavoz de Aemet.
Sin embargo, a juicio de Carlos Pérez García-Pando, jefe del equipo de Atmospheric Composition del Barcelona Supercomputing Center y uno de los mayores especialistas de España en tormentas de arena, este episodio no es “inédito”, posiblemente tampoco excepcional, aunque sí “presenta concentraciones de polvo muy altas”, que tilda de “brutales”. Este doctor en ingeniería ambiental subraya que el episodio está ocurriendo, por lo que hay que esperar a que termine para analizarlo con profundidad y con datos reales. De momento, el Barcelona Dust Forecast Center ―el centro de la Organización Meteorológica Mundial para el estudio de las intrusiones de polvo en África del norte, Oriente Próximo y Europa―, maneja datos de 12 modelos de predicción, que barajan distintas probabilidades y estimaciones.
Según Pérez García-Pando, entradas similares a la actual se producen “una o dos veces al año en España”. Por ejemplo, cita la de febrero del año pasado, que llegó a los Alpes y que dejó concentraciones de partículas PM10 ―muy finas, de menos de 10 micras de diámetro―de 1.000 a 2.000 microgramos por metro cúbico (µg/m3). En este caso, se esperan cifras en torno a 500 µg/m3, aunque hay modelos que hablan de hasta 2.000. “A partir del pico, bajará a entre 50 a 200 µg/m3″, apunta el investigador, que recuerda que, en la Unión Europea, el límite de PM10 diario de riesgo es de 50 µg/m3. La OMS lo rebajó el pasado septiembre a 45.
La estación de Méndez Álvaro, al sur de Madrid, registró el martes unos extraordinarios 380,58 µg/m3 de PM10. Las cifras fueron algo inferiores en Valladolid (209,39), León (214,43), el municipio orensano de Laza (179,77) y la localidad cántabra de Reinosa (179,33). La cantidad más alta se midió en el municipio murciano de Lorca (624,88), 14 veces más que lo que recomienda la OMS. Este miércoles, Salamanca supera este límite 16 veces. La calidad del aire lleva dos días entre desfavorable y extraordinariamente desfavorable en buena parte de la Península, este miércoles con Murcia, Andalucía, Extremadura, oeste de las dos Castillas y Madrid con los peores índices. España, como destaca la Revista del Aficionado a la Meteorología, ocupa el primer lugar de “país más contaminado” de la Tierra del World Air Quality Index, superando a China e India.
El polvo sahariano llega a los Pirineos
“Es el mismo caso que el del año pasado, una depresión ―la borrasca profunda Celia― que se cuela a latitudes más bajas, que viene con lluvia y arrastra vientos muy fuertes. Estos vientos transportan muy rápidamente el polvo desde las zonas de emisión, en este caso principalmente Argelia, a Europa”, explica el investigador. “Se trata de un episodio muy típico de primavera asociado a lluvias rojas, que ocurre desde tiempos inmemoriales”, sentencia.
La lengua de calima, que lleva cuarzo, óxidos, carbonatos, acero, titanio y vanadio, “empezó a entrar el lunes por el sureste peninsular, el martes entró de lleno en la Península y alcanzó a Francia y entre el martes y el miércoles se producirá el máximo de concentración”, describe el experto.
Este miércoles, “afectará sobre todo al área mediterránea, aunque también entrará en la Península, y la mayoría de modelos apunta a que empezará a clarear y a mejorar a partir del jueves”, avanza Pérez García-Pando, para advertir, no obstante, de la incertidumbre que acompaña a toda borrasca profunda. “Si se intensifica, podría entrar otro chorro de polvo”. En este caso, a diferencia de la de febrero de 2021, “no afectará tanto a Europa, aunque llega a Francia, sobre todo, y también al sur del Reino Unido, Países Bajos y norte de Alemania, pero con concentraciones más bajas”.
El portavoz de la Aemet detalla que Celia se desplaza este miércoles hacia el sur de la Península y se irá debilitando. No obstante, desde su nueva posición envía lluvias fuertes o persistentes a la fachada mediterránea, especialmente el sur de la Comunidad Valenciana, Murcia, sureste de Castilla-La Mancha y Andalucía oriental. También puede llover, aunque más débilmente, en el centro de la Comunidad Valenciana, el sur de Cataluña, el valle del Ebro y el centro peninsular. Muchas de estas precipitaciones seguirán siendo de barro, algo que ya no se espera el jueves.
¿Influye el cambio climático en estos episodios? “No está muy claro. No hemos acabado de observar una tendencia clara”, opina Del Campo, que apunta no obstante a que en los últimos 100 años el desierto del Sáhara ha aumentado en un 10% su superficie a causa del calentamiento global, lo que supone una mayor fuente de partículas. También “hay muchas incertidumbres” sobre los efectos que el cambio climático pueda estar provocando en los patrones de frecuencia e intensidad de las borrascas. Para Pérez García-Pando, tampoco hay ningún tipo de evidencia científica robusta. “No podemos descartar una tendencia, pero es pronto”, asegura. El Barcelona Dust Forecast Center lleva operando desde 2010 y se necesitan series de datos de 30 años.
Lo grave del asunto son sus efectos sobre la salud, de los que las autoridades españolas han alertado tarde y mal, según los expertos consultados, cuando desde el jueves la Aemet ya apuntaba la llegada de calima. Esta agencia anunció en mayo de 2021 en EL PAÍS la puesta en marcha para esa misma primavera de su primer aviso orientado a los impactos sobre la salud, que iba a ser precisamente sobre la calima y que tendría cuatro niveles. Sin embargo, no lo ha desarrollado. El aviso sigue siendo muy limitado: se circunscribe a Canarias, solo tiene el nivel mínimo y no contempla el empeoramiento del aire, sino que está dirigido al tráfico y a la aeronáutica, ya que se activa cuando la visibilidad se reduce a menos de tres kilómetros. En Almería a las diez de la mañana del martes apenas había 1,2 kilómetros de visibilidad.