– El análisis de la ola de calor sufrida en España entre los días 9 y 26 de julio de 2022 revela que este tipo de eventos extremos desencadena un amplio conjunto de impactos, que afectan a ámbitos tan diversos como la biodiversidad, la salud humana, la agricultura, el transporte, la energía o el ocio y el turismo.
– Algunos impactos se desencadenan de forma independiente, pero otros ocurren en cascada (por ejemplo, incendios que provocan disrupciones en el transporte; aumento de la demanda que incide sobre la estructura del mix eléctrico y los precios).
– El análisis del conjunto de olas de calor ocurridas en España en el periodo 1975-2021 evidencia que, en este periodo: a) el número de días con ola de calor se ha triplicado; b) el número de episodios de ola de calor también se ha triplicado; c) la duración de la ola de calor más larga de cada año se ha duplicado.
– Las proyecciones climáticas indican que estas tendencias seguirán progresando en el futuro, de manera que deberemos prepararnos para olas de calor más frecuentes, más largas y más intensas.
– El complejo conjunto de problemas que se plantean en el marco de una ola de calor va a exigir una mejora de las capacidades de las instituciones y de su coordinación (PNACC 2021-2030).
– En concreto, algunos de los eventos asociados a la ola de calor ponen de manifiesto la necesidad de reforzar la preparación y las capacidades de colectivos profesionales especialmente vulnerables en condiciones de calor extremo (desde bomberos forestales a operarios de limpieza en ciudades). – Este tipo de eventos adversos plantea también la necesidad de fomentar, de forma más general, las capacidades sociales y la cultura de la autoprotección frente a los riesgos derivados del cambio climático (objetivo de varias medidas contenidas en el programa de Trabajo 2021-2025 del PNACC).
– Diversas administraciones locales y regionales han empezado a desplegar soluciones prácticas e innovadoras para reducir los riesgos asociados a las olas de calor (atención personalizada a grupos muy vulnerables, creación de refugios climáticos, intervenciones en espacios y equipamientos públicos, etc.). Sin embargo, estas iniciativas aún no se han asumido de forma generalizada.
– Desde el MITECO creemos necesario fomentar el conocimiento y la adopción de estas buenas prácticas de carácter preventivo aportando recursos técnicos y financieros que estimulen su transferencia y adaptación.
– Es también interesante promover la creación de planes integrados que faciliten la aplicación de paquetes de medidas preventivas frente a las olas de calor y sus riesgos asociados.