El 17 de diciembre de 1963 se registraron en Calamocha 30 grados bajo cero, un registro récord de temperatura mínima en territorio habitado. Las personas más mayores de la localidad recuerdan como aquel día se helaban las pestañas y hasta los orinales y sus testimonios han quedado recogidos en un vídeo que se puede ver en el canal TDT Calamocha TV.
Esta grabación es una de las actividades organizadas por el Ayuntamiento de Calamocha con motivo de la conmemoración este domingo del 60 aniversario del registro de la temperatura más baja observada en territorio habitado.
El vídeo elaborado por El Molino Audiovisual para el Ayuntamiento de Calamocha y la Fundación San Roque se presentó este domingo en la plaza del Peirón, donde también se reconoció la labor altruista que realizan Carlos Santos y Agustín Alijarde en la estación automática de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) situada en la localidad. Previamente, ambos habían mostrado a un grupo de personas interesadas el funcionamiento del observatorio, que de madrugada registró 4,2 grados bajo cero, una temperatura muy alejada de los 30 bajo cero de hace 60 años.
En el vídeo se recogen testimonios de personas que aquel 17 de diciembre de 1963 fueron testigos de como se helaban hasta los orinales. Por entonces, estaban instalando las tuberías del sistema de conducción de agua potable y tuvieron que parar varios días de trabajar porque las heladas no les permitían hacer nada.
Uno de los protagonistas cuenta que entonces era soldado en el campo de aviación de Calamocha y que, cuando subió al mismo montado en su bicicleta se le congelaron las pestañas. Al llegar, un capitán le contó la temperatura mínima de récord que habían alcanzado aquella madrugada.
A continuación, visitaron La máquina del frío, una escultura del artista José Azul de 7 metros y estética retrofuturista de José Azul, que fue inaugurada en enero en el paseo de San Roque, y El triángulo de hielo que se encuentra en la plaza del Peirón desde 2017 y que recuerda que Calamocha es, junto a Teruel y Molina de Aragón, uno de los vértices del polo del frío de España.
El Ayuntamiento de Calamocha también aprovechó la efeméride para entregar los premios a los ganadores del concurso de redacción y dibujo sobre el frío y el cambio climático en el que ha participado el alumnado del Colegio Público de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Ricardo Mallén de la localidad. Aitana Ballester, Julia Agustín, Jorge Sánchez y Mara Vázquez explicaron los trabajos realizados a los asistentes.
Aitana invitó a todas las personas a contribuir a reducir el cambio climático. “¡La tierra se derrite, hay que intervenir!”, afirmó.
Mientras Julia contó, entre otras cosas, que “el frío no se coge ni se regala, se siente en el corazón. El invierno parece el fin del mundo pero es una gran estación. Ser de Aragón nos hace ser fuertes y valientes. El frío también puede hacer magia, fabrica nieve”.
Este sábado tuvo lugar también un taller de fabricación de copos de nieve en el recinto ferial organizado por la concejalía de Cultura del consistorio calamochino.
La teniente de alcalde, Sonia Palacio, se mostró agradecida por la respuesta dada por la ciudadanía a las actividades propuestas “porque la tarde era fría, aunque no tanto como en aquella época en la que se registraron los 30 grados bajo cero”, argumentó desde la plaza del Peirón.
Aquel 17 de diciembre de 1963, al despejarse el cielo y calmarse el viento tras un temporal de nieve que afectó a buena parte de España, se registraron 30 grados bajo cero en el aeródromo de Calamocha, en el observatorio Calamocha-VOR ubicado en Fuentes Claras, y -28 en las cercanas poblaciones de Molina de Aragón y Monreal del Campo.
“Nos hemos vuelto más sensibles al frío aunque las heladas no son tan fuertes”
El Ayuntamiento de Calamocha reconoció este domingo, coincidiendo con la celebración del 60 aniversario del registro de la temperatura más baja observada en territorio habitado, los 30 grados bajo cero del 17 de diciembre de 1963, la labor que realizan Carlos Santos y Agustín Alijarde, que se turnan a diario para registrar parámetros que la estación automática de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de Calamocha no puede ofrecer y mantener la serie histórica iniciada en 1947.
Santos lleva realizando esta labor desde 1979, mientras que Alijarde comenzó en 1993. Este domingo, ambos explicaron a un grupo de personas el funcionamiento del observatorio meteorológico antes de recibir de manos de la teniente de alcalde, Sonia Palacio, una placa que reconoce su labor de recogida voluntaria de datos meteorológicos.
Natural de la localidad zamorana de Santibáñez de Vidriales, Santos llegó en 1979 a la Comarca del Jiloca para trabajar como técnico de mantenimiento en Aviación Civil, que posteriormente pasó a llamarse Aena y actualmente Enaire. Dado que trabajaba en el Centro de Ayuda para la Navegación Aérea, asumió también el mantenimiento del Observatorio Meteorológico Calamocha-VOR.
Santos recuerda que entonces los aviones necesitaban una información meteorológica más precisa para poder volar. Por otro lado, sostiene que aunque la estación está automatizada, ellos estampan a diario otros datos sinópticos que reenvían a la Delegación de Aragón de la Aemet que permite contar con registros más detallados.
Desde 1979 hasta la actualidad, Santos ha podido corroborar que “cada vez hay bastantes menos heladas tan fuertes”. “Antes estábamos semanas enteras con entre 15 y 20 grados bajo cero y el invierno pasado, por ejemplo, la mínima absoluta fue de -9. Pero aún así nos hemos vuelto más sensibles al frío”, argumentó.
El galardón que este domingo le entregó el Ayuntamiento de Calamocha se suma a los que previamente le dieron la Aemet y la Peña La Unión con los Premios Batallador. “Es una satisfacción que reconozcan la labor que realizamos desde hace tantos años de forma altruista. Y aunque tengo 69 años y tengo que ir todos los días desde Fuentes Claras hasta el observatorio, voy a seguir haciéndolo”, concluyó.