Durante décadas se viene registrando un número de récords de días cálidos superior al esperado por simple variabilidad natural [1] y un aumento de las temperaturas máximas [2], lo cual concuerda con las proyecciones establecidas por los diferentes escenarios de cambio climático. Una de las predicciones es la reducción de los inviernos y la extensión de los veranos. Un estudio realizado por César Rodríguez [3] analizó las series de temperaturas de diferentes observatorios del país y encontró que los veranos se están alargando entre 4 y 15 días por década dependiendo de la zona. Este trabajo busca realizar un análisis similar y aplicarlo a todo el territorio nacional.
¿Cómo se realizaron los cálculos?
El primer paso para determinar si hay cambios en el verano es definir qué se considera verano y cuánto dura. Se utilizó la base de datos del reanálisis ERA5 del Copernicus Climate Change Service (C3S) [4] que proporciona datos horarios desde 1940 hasta la actualidad con una resolución espacial de 0.25⁰ de latitud y longitud. Para cada punto se realizaron los siguientes cálculos:
1. Se calculó la temperatura media diaria desde el 15 de junio hasta el 15 de septiembre (Península y Baleares) o desde el 1 de julio hasta el 1 de octubre (Canarias) del periodo de 1991 a 2020. Se utilizó la temperatura media en lugar de la máxima para evitar incluir períodos fuera del verano que registrasen temperaturas máximas propias de esa estación pero alejadas de un comportamiento típicamente veraniego (con mínimas también altas). De esta manera, se eliminaron esos períodos que podrían confundir y prolongar el verano más de lo necesario.
Por ejemplo, algunos días de abril de 2023 presentaron temperaturas máximas típicas del mes de julio y podría considerarse ese mes como el inicio del verano. Sin embargo, las mínimas fueron propias de la primavera y al calcular la temperatura media se obtendrían resultados algo alejados del valor medio del verano en la mayoría de esos días.
2. A continuación, se estableció un umbral basado en el percentil 30 de la distribución de temperaturas medias diarias. Esto permitió eliminar días atípicos con anomalías negativas muy bajas. Esta metodología mejoró la definición del verano en áreas con mayor variabilidad térmica estival, como las costas gallegas y cantábricas, sin afectar de manera significativa a áreas donde las temperaturas fluctúan menos, como el interior peninsular y las islas.
En la imagen siguiente se muestran los valores umbrales en cada punto.
3. Posteriormente, se calculó la temperatura media móvil de nueve días para cada año desde 1940 hasta 2022 y se determinó el primer y último día del año en el que se igualaba o superaba el umbral de temperatura establecido. Se optó por utilizar un período prolongado que representara el verano en lugar de considerar un día específico de primavera u otoño con una temperatura excepcionalmente alta, evitando así falsos positivos. Para calcular el valor de un día en particular, se promedió su temperatura con las cuatro fechas anteriores y las cuatro siguientes (un total de nueve días).
4. Finalmente, se analizaron las fechas de los 83 veranos en busca de una tendencia creciente o decreciente utilizando el test de Mann-Kendall. [5]
A pesar de que la metodología y los umbrales pueden parecer subjetivos, los resultados obtenidos mostraron un comportamiento consistente y similar cuando se modificaron algunos parámetros (como el percentil, las fechas de junio o septiembre, el periodo climatológico, etc.) lo que indica que efectivamente la duración del verano se está prolongando. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los resultados obtenidos deben considerarse como una aproximación y no como valores absolutos o inflexibles.
Artículo completo. Benito Fuentes López (@metbeni).