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El Parque del Río Martín recupera y pone en valor el árbol fósil de Ariño

El Parque Cultural del Río Martín ha recuperado y señalizado el árbol fósil de Peña Negra, en Ariño, un tronco de más de 6 metros de largo observables con origen en el Cretácico inferior. Se sitúa a escasos 700 metros de las famosas icnitas de dinosaurio de esta localidad, por lo que se pone en relación un conjunto paleontológico de primer orden.

Así lo entiende el consorcio, que en 2022, con el patrocinio de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Ariño, realizó los trabajos de excavación, limpieza, consolidación y protección de este vestigio de vegetación con unos 120 millones de años de antigüedad.

Además, la Comarca Andorra-Sierra de Arcos intervino en los accesos para adecuarlos a las visitas, y habilitó desagües para evitar que las escorrentías por las cárcavas afectaran directamente a los restos fosilizados.

Este año, además de aplicar tratamientos de consolidación, el parque ha instalado señalización en la carretera de las minas, poniendo de esta forma en relación todo el conjunto paleontológico que se localiza paralelo a la misma, con 61 pisadas de grandes dinosaurios –saurópodos y ornitópodos– de hace 125 millones de años y ahora un árbol fósil que ayuda a entender la vegetación de coníferas del Cretácico.

Según explica Paleoymás, empresa especializada en la protección y aprovechamiento turístico del patrimonio cultural que ha trabajado en el proyecto, no todos los fósiles son animales: la flora también forma parte de la paleontología.

El tronco fósil de Ariño perteneció a una conífera que existió durante el Cretácico inferior, una época en la que Teruel estaba cubierto por grandes bosques, explica esta compañía en su página web. “Parece que sufrió una permineralización parcial, y que lo que vemos actualmente es un relleno detrítico de lo que fue el tronco”, añade.

“Un tronco suele fosilizar bien mediante la permineralización, en la cual las cavidades de los tejidos se rellenan por nuevas sustancias minerales –muchas veces sílice u otros como calcita o sulfuros de hierro–, o bien por carbonificación, que ocurre cuando la materia orgánica se enriquece de carbono. Esto puede dar lugar a grandes acumulaciones de carbón que más adelante se explotan industrialmente, como la mina de Santa María en Ariño”, detalla Paleoymás.

La compañía, que ha consolidado el tronco y creado una mesa interpretativa, hace hincapié en la importancia de poner en valor el patrimonio para dinamizar el territorio. “La riqueza frágil que suponen bienes culturales como los fósiles paleontológicos debe ser preservada porque una vez perdida no es recuperable, y es importante aprovecharla para divulgar su valor”, concluye.

Algo en lo que coincide el presidente del parque cultural, Joaquín Noé, quien pone el acento en “aprovechar todos los recursos que tenemos para el desarrollo” de los municipios del entorno, en este caso Ariño. Señaló que al lado del conjunto paleontológico está el Centro de Arte Rupestre Antonio Beltrán.

Un conjunto paleontológico
El árbol fósil de Ariño se sitúa junto al yacimiento de icnitas Puente del Río Escuriza, ubicado en la misma localidad, que presenta un “magnífico caso de dinoturbación que ha permitido conservar grandes depresiones, formadas hace 125 millones de años por las pisadas de grupos de grandes dinosaurios, en lo que fue una zona marina poco profunda” dominada por el clima tropical, explica también Paleoymás, que trabajó en esta mesa interpretativa con anterioridad.

“Algunas de estas depresiones llegan a medir más de un metro”, evidencia del “gran tamaño de estos animales”. Además, “este es un yacimiento singular, ya que se han encontrado las únicas icnitas conocidas datadas en el Barremiense superior de Aragón”, aporta la empresa.

Este yacimiento es Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto de Interés Cultural, Zona Paleontológica, junto a los yacimientos de Ababuj, Abenfigo y Miravete de la Sierra; y los de Ríos Bajos, Las Cerradicas, Los Corrales de Pelejón, El Cantalar y Barranco Luca, en Galve.

Fuente: Diario de Teruel. Marcos Navarro

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