Joaquín Ruiz, investigador de la historia de la comarca y promotor de Os Monegros, explica como el territorio de Los Monegros es conocido por su particular paisaje estepario, donde las sabinas representan el máximo desarrollo de la vegetación en zonas de mayor aridez de Los Monegros. “Habitan la tierra agrietada por la sed, de escasas precipitaciones y permanecen erguidas bajo la sofocante intensidad solar estival, resistiendo la intensa fuerza del cierzo y escondidas entre la boira de heladores inviernos”, señala, y argumenta que “Los Monegros es un contraste estacional, de un amplio rango climático, un paraíso por descubrir que exige paciencia y reflexión ante unos horizontes amplios y profundos que invitan a perdernos en sus solitarios páramos semidesérticos con sus singulares y características sabinas”.
En el rigor de la estepa monegrina, la sabina albar (Juniperus thurifera) salpica el paisaje, presentando un gran desarrollo, en contra de la percepción generalizada de ser una especie de crecimiento lento. “Botánicamente, las sabinas responden al grupo de las coníferas o pínidas, del género Juniperus. Pertenece al dominio del Coscojar-Espinar con sabina albar (Rhamno-Cocciferetum Thuriferetosum). Un dominio que se distribuye entre los 300 a los 450 m. de altitud, en un territorio de un régimen térmico extremadamente cálido y con escasas precipitaciones”, relata Ruíz del desarrollo entre relieves de vales donde abundan afloramientos de yesos “y donde son frecuentes las inversiones térmicas, las nieblas persistentes en invierno y el cierzo”.
Hace unos años, Ruiz visitó enormes sabinas con un pastor de Pallaruelo de Monegros, Félix Tabueña. “Descubrí sorprendentes ejemplares del sabinar de Pallaruelo de Monegros, con la mirada de quien ha visto crecer las sabinas. Con su saber, transmitido generaciones tras generaciones, enseñaba que la mano del hombre ha contribuido en el desarrollo de las características sabinas de porte largo y desnudo. En invierno, cuando escaseaba el alimento para el ganado, los pastores las desmochaban, las podaban. Las sabinas las han formado a base de ‘ramiar’ que es como se conoce la labor de la poda. Para no causar la muerte de las sabinas, cada año podaban un piso”, dice.
Entre Pallaruelo de Monegros y Castejón de Monegros aparece un excepcional sabinar bajo la plataforma tabular que mantiene unidas la sierra de Alcubierre y Sijena. El Sabinar de Pallaruelo forma parte de ellas y consta con el reconocimiento de la Red Natura 2000, a través del LIC ES2410076 «Sierra de Alcubierre y Sigena» y la ZEPA ES0000295 “Sierra de Alcubierre”, que incluye la Sierra de Alcubierre, Pallaruelo de Monegros y Sigena.
El sabinar de Pallaruelo va ascendiendo de los 340 metros de altitud, por el piedemonte, lo que se conoce como La Portellada, hasta coronar los 506 metros de altura, La Collada, ya Castejón de Monegros. “El sabinar discurre por la cara norte, por la parte más llana entre campos de cereal mientras que, tal como va avanzando hacia arriba, se va desarrollando por una ladera incidida por una densa red de barrancos y cárcavas. Al oeste nos queda el desconocido, pero a la vez precioso barranco de la Peña, mientras que hacía el este acabaríamos encontrando el singular paraje de Jubierre, ya en el término municipal de Castejón de Monegros”, indica el investigador monegrino.
Majestuosas sabinas monegrinas de portes variados, cónicas o piramidales o estrechas, columnares, esféricas, globosas e irregulares aparecen aisladas salpicando el paisaje, creando un mosaico excepcional con los campos de secano, o formando bosquetes. “Algunas aparecen podadas, antiguamente servían sus ramas para alimentar el ganado, creando una forma característica y tradicional, otras aparecen con su forma principal, desarrollada desde abajo con frondosas ramas que le permiten una mayor supervivencia y adaptación al medio árido y seco de Los Monegros”, relata, porque “las sabinas forman la comunidad vegetal sabinar continental, en plena aridez, a merced de altas temperaturas y sequías, además de fuertes y secantes vientos como el cierzo y el bochorno. Por el contrario, los inviernos son fríos, con nieblas persistentes, heladas e inversiones térmicas”.
Poseen raíces profundas, duramente ancladas en la aridez incluso en suelos de yesos. Un paisaje señero y extraordinario, pero además las sabinas aparecen en amplios enclaves de Los Monegros, principalmente a los pies de la sierra de Alcubierre, por la misma sierra y por la zona de Farlete y Monegrillo.
El sabinar de Pallaruelo adquiere su propia identidad, la sierra de Pallaruelo es un paraje extraordinario donde aventurarse y descubrir esplendidas sabinas. “La principal sabina albar (Juniperus thurifera) pero también encontramos del mismo género la sabina negral (Juniperus Phoenicea) o el enebro (Juniperus oxycedrus). En estos sabinares abunda el romero, la ontina, el sisallo y otras plantas esteparias o mediterráneas”, apunta Ruiz. “Sobre todo son unos valiosos ecosistemas, de biodiversidad y belleza paisajística que podemos contemplar desde el gran mirador que responde al alto de La Portellada”, destaca.
Además de contemplar el sabinar de Pallaruelo de Monegros, en un día despejado se abarca gran parte de la provincia de Huesca, desde Los Monegros oscenses, la Hoya de Huesca, la sierra de Guara y los Pirineos al fondo, como guardianes de nuestro único y majestuoso Alto Aragón.