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En Finlandia con la grulla Josefina: tres turolenses recorren 3.600 kilómetros para encontrarse con la icónica ave

3.600 kilómetros en coche, desde el Jiloca hasta Finlandia, para ver a una grulla. Eso es lo que hicieron hace unas semanas un grupo de aficionados a la ornitología de Caminreal, Bañón y Calamocha, que estaban acompañados por otros grulleros procedentes de varios puntos de España. Pero la que buscaban no era una grulla cualquiera, sino la mismísima Josefina, el icono de la laguna de Gallocanta, puesto que fue la primera ave anillada que se avistó desde este humedal a medio camino entre Teruel y Zaragoza.

Llegaron a Finlandia en coche, en concreto a la zona rural de Hamina, donde un ornitólogo local les dijo que tenía  el nido Josefina. Buscaban al ave entre kilómetros y kilómetros de extensión y se habían reservado diez días de su viaje ­–en el que también contemplaban recorrer Suecia y Alemania y participar en un congreso en Estonia­– para avistarla, aunque sabían que era como encontrar una aguja en un pajar. “Es una zona muy rural, llena de lagos gigantes y con muchas propiedades privadas. Localizar a una grulla en medio de ese pantanal rodeado de bosques nórdicos no podía ser sencillo”, relata Pilar Edo, que es una de las integrantes de la comitiva turolense, compuesta por integrantes de la Asociación de Amigos de Gallocanta.

Llegaron a Hamina por la tarde y decidieron recorrer la zona donde previsiblemente estaba Josefina junto a su pareja, también muy conocida para los del Jiloca porque las grullas mantienen la unión de por vida. Estaban en una zona rural y enseguida los granjeros se percataron de su presencia. Los turolenses pensaron que lo mejor era presentarse y decir lo que buscaban, porque tres extranjeros en un coche dando vueltas por un mismo territorio sin ningún atractivo turístico resultaba un comportamiento un tanto extraño. Por eso, pararon en una granja para hablar con el dueño , que les había seguido durante algunos kilómetros y se presentaron. El hombre no cabía de su asombro cuando le dijeron que buscaban a un pájaro, a Josefina, que precisamente es la grulla más conocida por la familia porque la ven sobrevolar todos los días desde su granja.

“En Finlandia la relación con las grullas no se parece en nada a la que tenemos en las comarcas del Jiloca y Gallocanta, allí cada pareja de grullas anida y ocupa un territorio de varios kilómetros y no hay una gran concentración como la del humedal aragonés”, especifica la aficionada de Teruel. Josefina, que realmente es un ave macho, y su pareja son los pájaros más cercanos a esta granja de la zona de Kymenlaakso, que es el lugar al sur de Finlandia donde fue anillada en el año 1999.

Antonio Torrijo y José Miguel Pueyo, ambos de la Asociación de Amigos de Gallocanta, en la mañana del primer avistamiento de la grulla Josefina en Finlandia. P. E.
Algunos de los integrantes del equipo español que asistió al congreso internacional sobre grullas en Estonia

El granjero que conocieron nada más llegar la ve todos los días y, por supuesto, tenía controladas las anillas de sus patas, su carné de identidad, que son las que muestran la procedencia y particularidades del ave. Lo que no sabía es que Josefina es, sin duda, la grulla más famosa de España y no sólo por la multitud de seguidores que tiene en Gallocanta, sino porque también en la zona de los Pedroches, Córdoba, donde suele pasar el invierno, es toda una estrella. El ave migratoria tiene hasta un cuento que los españoles llevaron en su viaje y le regalaron al hijo del granjero. El pequeño lo miraba con interés, pese a no entender una sola palabra, gratamente sorprendido de que el pájaro que él ve a diario apareciera fuera el protagonista de un libro. “Abría el cuento y no se lo creía”, explica Pilar Edo, quien reconoce que tuvieron muchísima suerte localizando tan pronto el lugar donde anida el ave migratoria.

Los ornitólogos españoles habían hecho lo más difícil, que era  encontrar la zona en la que habita Josefina, pero todavía quedaba avistarla, ya que las elevadas temperaturas de Finlandia en agosto hicieron que las grullas adelantaran el periodo de migración y muchas de ellas ya estaban concentradas en las zonas de salida a punto de partir. Aquella noche fue de muchos nervios y al día siguiente, a primera hora, salieron de nuevo en busca de la anciana grulla. La suerte estaba de su parte y en la segunda pareja de grullas que sobrevoló su coche estaba Josefina.“Fue una carambola increíble. cuando vimos las anillas por los prismáticos nos pusimos a gritar. Aún se me pone la piel de gallina de recordar lo emocionante que fue ese momento”, explica, para añadir que esa mañana iban sólo los tres de Teruel en el coche, puesto que el resto de compañeros españoles todavía no había  llegado. En el grupo de ornitólogos había 14 personas, todos ellos desplazados al norte de Europa para asistir a un congreso internacional sobre aves.

El ornitólogo oscense Paco Quesada junto al finés Eero Parkko y al granjero Hannu Tykkä, con el cuento de Josefina. P. Edo
Pilar Edo junto a los granjeros que cada día ven volar a Josefina. A. Torrijo

El comportamiento de las grullas en su zona de cría no tiene nada que ver con la que presentan en Gallocanta, punto de parada en la migración hacia el sur para pasar el invierno. En Finlandia cada pareja ocupa un territorio y no es posible ver juntas a decenas, cientos o incluso miles como ocurre en los humedales españoles donde hacen su alto en el camino.

Pero en su aventura los grulleros turolenses no estuvieron solos ya que se enteró de su presencia un ornitólogo local, Eero Parkko, que conocía la existencia de Josefina y les mostró imágenes de este ave en todas las épocas del año. “Tenía muchos datos de observación que nosotros no conocíamos, nos contó cosas sobre sus movimientos e incluso nos habló de otros pollos que no controlábamos”, especifica Edo. Ese nuevo contacto con Parkko les abre nuevas posibilidades a los fans de Josefina, que ahora conocerán el momento exacto de la partida hacia Gallocanta: “Vamos a tener una migración en directo”, apuntan.

En Finlandia hay muchas personas interesadas en la ornitología en general, pero las grullas no tienen un gran público puesto que no hay una gran aglomeración de ellas salvo en las zonas de concentración pre-migración. Los agricultores y ganaderos de la zona sí tienen una relación “afectiva y cercana” con esa pareja de aves que vive en los alrededores de su explotación, pero les resultó muy sorprendente que los españoles llevaran camisetas, chapas, pegatinas e incluso un libro dedicado a las grullas. Allí es el alce el animal que genera un mayor interés de cara al turismo.

Los turolenses viajaron con una docena de cuentos de La historia de la grulla Josefina que regalaron al granjero que la ve todos los días y al ornitólogo que ha seguido la historia de este ave tanto en directo como a través de internet. Además, dejaron varios en las escuelas de la zona de Hamina, capital de la comarca donde habita el pájaro.

Fuente: Diario de Teruel. Cruz Aguilar

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