La diversidad de trajes nunca estuvo reñida con la igualdad que tradicionalmente imperó en la sociedad ansotana. Pobres o ricos lucían vestimentas similares, únicamente diferenciadas por la calidad de ciertos tejidos o las joyas con las que se engalanaban las mujeres, es decir, por aquellos elementos que se importaban del exterior. Por contra, aquellos otros de elaboración autóctona no sabían de diferencias de clases, y su mayor o menor vistosidad dependía de la habilidad de quien los confeccionara.
Además de su antigüedad y singularidad, el aspecto más destacado de esta vestimenta tradicional es la increíble variedad de modelos. Había un traje para cada momento y necesidad.