La gestión forestal con la tala de árboles es la herramienta para mitigar el cambio climático

La herramienta principal para luchar contra el cambio climático en materia de gestión forestal es adaptar las masas, sobre todo las arboladas, al escenario actual y, para ello, es necesario realizar los clareos o talas suficientes para que el monte esté vigoroso y en buenas condiciones. Esta es una de las principales ideas que salió a relucir durante la jornada técnica que se llevó a cabo en Teruel, en el marco de la IV Aragón Climate Week, que recaló este lunes en la capital turolense y que incluirá actos por todo el territorio aragonés. La sesión técnica, que llevaba por título El reto del sector agrario frente al cambio climático, contó con la asistencia de más de medio centenar de personas.

El ingeniero técnico forestal del Servicio Provincial de Medio Ambiente y Turismo de Teruel, Fernando Lapesa, planteó que si los recursos hídricos son menores debido a la sequía, el arbolado debe reducirse para mantenerlo en buenas condiciones. Lapesa indicó que la gestión forestal es una disciplina que se basa en gran medida en la planificación previa con base científica y técnica.

Dosificar la densidad arbórea
Esa ordenación de montes es una herramienta, aseguró, para mitigar el cambio climático. Una excesiva densidad hace que los recursos sean más limitados. Con el cambio climático las perturbaciones, entre las que se encuentran los incendios o las inundaciones, son más frecuentes y, por tanto, hay que dosificar la densidad arbórea mediante tratamientos selvícolas, que son acciones que se hacen en el arbolado con el objetivo de perpetuar y mejorar la masa. Esos tratamientos tienen como objetivo la persistencia y estabilidad del bosque, favorecer que el rendimiento sea sostenido en el tiempo y aprovechar sus recursos de la forma más óptima posible.

La ordenación de montes surgió en el siglo XIX, relató Lapesa, y ha pasado por muchas fases a lo largo de este tiempo. Actualmente se divide el monte en zonas y en cada una se prescribe la actuación necesaria o se evita la intervención, en función de las necesidades.

Aragón tiene 2,6 millones de hectáreas de superficie forestal, de las que la mitad son montes públicos gestionados por el Gobierno de Aragón y el resto por particulares. Actualmente hay 300.000 hectáreas con un plan de ordenación vigente y la perspectiva es llegar a las 800.000 en un plazo de cuatro años.

Para llevar a cabo la gestión forestal es absolutamente necesario cortar árboles y ese valor de la madera permite sufragar la gestión. En este sentido, Fernando Lapesa especificó que las talas realizadas en los Montes Universales, pese a las críticas que despertaron, siguen el camino que el Gobierno de Aragón, como gestor de ese espacio, considera adecuado. “Está claro que son actuaciones que en primer momento son impactantes y que sobre todo gente o personas que no hayan visto eso, que no estén muy informadas, les puede parecer chocante o agresivo, pero tienen detrás unos criterios técnicos y estamos seguros de que se ha seguido el camino correcto”, aseveró.

El también ingeniero forestal Alfredo Ferrán indicó durante su intervención que el incremento de las temperaturas afecta a las plantas, que necesitan más agua y, debido a ese mayor consumo, “aunque llueva lo mismo se produce la sequía fisiológica”, aclaró. Por eso plantó la necesidad de que los bosques se adapten a ese cambio climático al que nos enfrentamos. A su juicio, entre las estrategias para mejorar esa adaptación debe estar la reducción en la densidad del arbolado, la gestión del sotobosque, y promocionar la diversidad estructural de especies para minimizar los riesgos de perturbación.

Otras tendencias que inciden en la gestión forestal, además del cambio climático, es el avance tecnológico, tanto por la maquinaria utilizada como por los nuevos usos que se le está dando a la madera, que hace que las cortas sean más fructíferas. El desarrollo demográfico también afecta en la medida que provoca un abandono del medio rural y también la tendencia a actuar en las masas con una visión urbanita.

Los bosques crecen con el CO2 que consumen de la atmósfera, por lo que la generación de madera es beneficiosa directamente y también de manera indirecta, como sustitutiva de otros materiales de construcción como cemento o acero. La construcción con madera puede ser una alternativa muy interesante para mitigar el cambio climático, aunque para ello hay que vencer resistencias, como la inseguridad entre la población de las casas construidas con madera o que todavía faltan empresas especializadas, desgranó Ferrán.

Según indicó el experto durante su intervención, el árbol se adapta al medio, el bosque es dinámico y es un ecosistema que es capaz de crear sus propias condiciones atmosféricas. Tiene demás alta capacidad de resiliencia y hay una gran competencia, tanto entre especies distintas como similares, y estos aspectos hay que tenerlos en cuenta a la hora de desarrollar una gestión forestal.

Ferrán precisó a su vez que la intervención que los bosques ayuda a mitigar avenidas y puso como ejemplo la afección, en forma de fuertes caudales, que provocó este verano en el Jiloca la deforestación causada hace unos años por el incendio de Burbáguena.

El experto precisó que es evidente que el calentamiento esta incrementando el déficit de presión de vapor y las plantas requieren un mayor consumo de agua. Las olas de calor y noches tropicales, así como las sequías de larga duración se están exacerbando con el cambio climático, lo que se traduce en una disminución de la humedad en suelo, por eso contar con la cobertura arbórea adecuada es fundamental.

En este mismo sentido se pronunció el jefe de sección de Sanidad Forestal en el Servicio Provincial de Medio Ambiente, Felipe Rosado, que fue el encargado de cerrar las intervenciones y planteó que la falta de agua provoca estrés hídrico, mientras que la mayor temperatura causa estrés fisiológico, lo que hace que las masas boscosas se debiliten y sean más proclives a la presencia de plagas. “Cuando tienen el vigor necesario logran superar pero, si no lo tienen, pueden causar la desecación del árbol”, aseguró. Todas las zonas de la provincia están afectadas, pero sobre todo la cuenca del Mijares, en Gúdar-Javalambre, el Maestrazgo y el Matarraña, mientras que en el resto “los episodios de lluvia han relajado la situación”, detalló.

En el mismo sentido que Lapesa, Rosado planteó que los gestores tienen que “preparar las masas para adecuarlas” a ese cambio climático al que nos enfrentamos y utilizar especies “más resistentes al posible futuro hacia el que vamos”, aseguró.

Además, el experto en Sanidad Vegetal concretó que los bosques son “dinámicos y no una foto fija”, y, aunque van más allá de la escala humana, evolucionan para adaptarse a las condiciones del entorno, por lo que, auguró, “la composición puede cambiar” y, mientras unas especies reducirán su presencia, otras seguirán aumentando. Lo importante, a su juicio, es “adecuar la densidad al estado de desarrollo y utilizar especies que en el futuro” puedan prosperar.

Durante la sesión, a la que acudieron un buen número de alumnos del Centro Público Integrado de Formación Profesional San Blas, intervinieron los técnicos del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), Alberto Bernués y Daniel Martín, para hablar de ganadería y cambio climático y su impacto y percepción sectorial.

Tras el descanso, la investigadora del CITA María Ángeles Lorenzo centró su intervención en Las aguas subterráneas en Teruel: sequía, cambio climático y calidad. Su compañero en el CITA, Javier Rodrigo, ofreció una disertación en torno al cambio climático en frutales de clima templado, mientras que Raúl Compés, del Instituto Agronómico Mediterráneo de Zaragoza (Ciheam) analizó los cambios que debe implementar el sector vitivinícola frente al cambio climático.

Las actividades continuaron este lunes por la tarde con actividades dirigidas al público infantil. Así, los niños participaron en un taller en el que construyeron un árbol con tapones de botellas en la Glorieta. Después, el mago Chemago utilizó el ilusionismo y la diversión con el objetivo de concienciar a los niños sobre la necesidad de reciclar residuos, ahorrar energía o mantener una conducta responsable con el medio ambiente.

Fuente: Diario de Teruel. Cruz Aguilar

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