El Servicio de Cambio Climático de Copernicus, de la Comisión Europea, y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) han certificado este lunes lo que multitud de estudios científicos y agencias han ido resaltando en los últimos meses: 2023, el año más cálido registrado en milenios en el planeta, estuvo plagado de récords también en Europa debido a una crisis climática desencadenada por los gases de efecto invernadero que expulsa la economía mundial. Esos récords tienen consecuencias directas sobre la salud pública europea. Por ejemplo, “la mortalidad relacionada con el calor ha aumentado alrededor de un 30% en los últimos 20 años” en esta región, como se expone en el informe sobre elestado del clima en Europa en 2023, que elaboran estas dos instituciones.
Pero lo que ocurrió el pasado año no fue una excepción, sino que forma parte de una tendencia que ha continuado en 2024. Los tres primeros meses de este año han sido también récord. Y lo que espera Copernicus para este verano no es precisamente un cambio de tendencia. Los modelos climáticos que maneja esta agencia para junio, julio y agosto en Europa apuntan a que es “más que probable” que sea de nuevo un verano “más cálido de lo normal”, explica la directora adjunta de Copernicus, Samantha Burgess.
Sin embargo, eso es lo que vendrá, y el estudio que se difunde este lunes se centra en lo que ha pasado ya. Esta es la séptima edición de este informe y en esta ocasión se ha puesto el foco también en los impactos en la salud de esta crisis climática. Andrew Ferrone, uno de los autores principales, explica que en julio de 2023 fue la “primera vez en la historia” en la que la oficina regional de la OMS decidió activar una alerta de emergencia de salud pública debido a la crisis climática y los eventos extremos en Europa, una medida que buscaba “coordinar los esfuerzos en los diferentes países” afectados.
Prácticamente nadie se libra en Europa. De las alrededor de 1.000 regiones del continente analizadas, apunta Ferrone, en el 94% de los casos las muertes relacionadas con el calor aumentaron entre 2000 y 2020. “Desde 1970, el calor extremo ha sido la principal causa de muertes relacionadas con el tiempo y el clima en Europa”, apunta el informe de Copernicus y la OMM. Aunque los eventos extremos se están concentrando en las últimas décadas. Por ejemplo, 23 de las 30 olas de calor más severas que se han sufrido en Europa han ocurrido desde 2000; y cinco de ellas solo en los últimos tres años.
La previsión es que este tipo de eventos extremos, vinculados a la crisis climática, aumenten en intensidad y número en los próximos años y décadas. “Es probable que los efectos combinados del cambio climático, la urbanización y el envejecimiento de la población exacerben significativamente los efectos relacionados con el calor”, advierte el estudio. “Está claro que el impacto en la salud humana es más pronunciado en las ciudades, donde vive la mayoría de la gente, que en las zonas rurales, porque las ciudades se están calentando más rápido que otras áreas”, añade Ferrone.
El continente que más rápido se calienta
El año 2023 cerró con una temperatura media del planeta de 1,3 grados Celsius más respecto a los niveles preindustriales (cuando todavía no había comenzado la quema masiva de combustibles fósiles y, por lo tanto, el exceso de emisiones de gases de efecto invernadero). En el caso de Europa la anomalía fue de 2,3 grados. “Es el continente que se calienta más rápidamente, ya que sus temperaturas aumentan aproximadamente el doble de rápido que la media mundial”, se recuerda en el análisis.
“2023 fue un año de récords en Europa”, recalca Burgess. “Récords en el número de europeos afectados por el estrés por calor, de temperaturas oceánicas y de derretimientos de glaciares”. Además, el continente sufrió eventos extremos también inéditos, como el mayor incendio forestal registrado hasta ahora en Europa: fue en Grecia y se quemaron 960 kilómetros cuadrados. A su vez, resalta la directora adjunta de Copernicus, “todos esos récords se dan en un contexto de récord de la concentración de gases de efecto invernadero”.
Como “extremadamente inusual” define 2023 Carlo Buontempo, director del servicio de Cambio Climático de Copernicus. Sobre todo cuando se compara con “el clima de las últimas décadas, siglos e incluso milenios”. Buomtempo reconoce que algunos de los eventos que ocurrieron el pasado año “cogieron a la comunidad científica por sorpresa debido a su intensidad, velocidad, extensión y duración”.
Esos fenómenos tienen efectos sobre la salud pública, y también sobre la economía. En el informe presentado este lunes se cifra en 13.400 millones de euros las pérdidas vinculadas al clima durante el pasado año en Europa, aunque ese número es una estimación a la baja, porque no incluye todavía los impactos relacionados con las olas de calor. “La crisis climática es el mayor desafío de nuestra generación. El coste de la acción climática puede parecer elevado, pero es mucho mayor el de la inacción”, ha señalado a través de una nota de prensa Celeste Saulo, secretaria general de la OMM.
Pero el año pasado también hubo algún récord con implicaciones positivas: la producción de electricidad renovable fue la más alta registrada hasta ahora en el continente. El 43% de la demanda se cubrió con recursos renovables, fundamentalmente, viento, agua y sol. Supone siete puntos porcentuales más que el año anterior. Y, como resalta el informe difundido este domingo, “por segundo año consecutivo la generación de energía a partir de fuentes renovables superó a la de los combustibles fósiles” en Europa. Sacar del sistema a estos combustibles —petróleo, gas y carbón— es la vía para combatir el cambio climático, ya que son los principales responsables de las emisiones de efecto invernadero que sobrecalientan el planeta y provocan esta cascada de eventos extremos.
El pasado año las lluvias estuvieron por encima de lo normal en el conjunto de Europa (aunque amplias zonas del sur, como la península Ibérica, padecieron déficit de precipitaciones) y eso hizo que aumentara la producción hidroeléctrica. Además, la mayor actividad borrascosa en el último tramo de 2023 incrementó la producción de energía eólica. En el caso de la solar, el potencial de generación fue inferior a la media en el noroeste y el centro de Europa, y superior en el suroeste y el sur de Europa.