La iniciativa vecinal “Un campanario, una lechuza” se ha saldado con éxito de participación y buena acogida por parte de los habitantes de los núcleos de Loporzano. Este proyecto se inició en verano del año pasado con la colocación de 9 cajas nido en torres de las iglesias de los 14 poblaciones del término y en la ermita de Molino de Sipán, con el objetivo de recuperar esta especie y a su vez mitigar los daños ocasionados por roedores y pequeños mamíferos en la agricultura.
“Lo principal es que la lechuza común requiere atención para su conservación”, explica la coordinadora del proyecto y vecina de Castilsabás, Paloma Barrachina, quien remarcó que las poblaciones de esta especie “están desapareciendo”.
En concreto, a través de esta iniciativa se han colocado 9 cajas nido distribuidas en las poblaciones de La Almunia del Romeral, Ayera, Barluenga, Bandaliés, Castilsabás, Chibluco, Santa Eulalia la Mayor, Sasa del Abadiado y Sipán. Además, en cinco de ellas se han aplicado medidas complementarias antidepredación.
También se han acondicionado seis huecos para la cría: dos en Coscullano, dos en Los Molinos, uno en Loscertales y, como medida accesoria, en Santa Eulalia la Mayor, explica Barrachina respecto al balance de este proyecto, que cuenta con animales procedentes del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de la Alfranca (Zaragoza).
Para la coordinadora del proyecto, “es tan importante proporcionar a las parejas reintroducidas un lugar adecuado para la nidificación como mejorar sus condiciones de cría allí donde se encuentran”. De este modo, matiza que “cualquier individuo que llegue a la zona tendrá que empezar a adquirir esta experiencia para garantizar su supervivencia y descendencia”.
Respecto a las parejas reintroducidas explica que “si el campanario está abierto y entran las palomas, esto atrae a la garduña y la lechuza no ocupa el lugar, por ejemplo el caso de Sasa del Abadiado o Santa Eulalia la Mayor”. Sin embargo, “en campanarios abiertos en donde está asentada la lechuza no hay palomas y no resultan tan atractivos para la garduña”, como ocurre en Sipán o Ayera.
Bandaliés es un ejemplo en donde se cerraron todas las entradas a la iglesia, menos una para que pudiera criar la lechuza y en donde sigue criando en la actualidad.
Queda pendiente actuar en Aguas, con la colocación de una caja estándar, y en San Julián de Banzo, con una caja nido a medida, además de comprobar el funcionamiento de las medidas antiatrapamiento en Loporzano y Castilsabás y en Barluenga, con el marco exterior de entrada de chapa para evitar el acceso a la torreta de depredadores de la lechuza como la garduña.
Según los resultados de este proyecto, las 80 egagrópilas halladas o restos orgánicos de los animales que han servido de alimento a las lechuzas corresponden a musarañas: ‘Crocidura russula’ y ‘Suncus estruscus’, topillo ‘Microtus duodecimcostatu’ y ratones.
Barrachina destacó que en todas las localidades ha habido “muy buena acogida” para reintroducir a las lechuzas y ya se estudia ampliar este proyecto en otros municipios.
También destacó la aportación del Ayuntamiento de Loporzano por su apoyo económico en materiales y edición pegatinas y logístico; del Gobierno de Aragón, por las cajas nido, y de los agentes para la Protección de la Naturaleza por su instalación. También agradeció al Obispado de Huesca poder acceder a las iglesias, al Grupo Ornitológico Oscense y a Miguel Ángel Bueno su aportación en los reportajes fotográficos del proyecto.
Fuente: Diario del Alto Aragón