A más de 3.000 metros de altitud, el Monte Perdido es una de las más de 20 masas glaciares de la cordillera pirenaica. “Efectivamente, se están reduciendo“, explica Jesús Revuelto, investigador científico del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) del CSIC.
Un lento deshielo que funde también la historia, “son grandes registros históricos”, destaca Revuelto. Como auténticos detectives, los científicos miran con detenimiento cada una de las burbujas congeladas en cada una de las capas de los glaciares. “Acumulan sedimentos de cómo era y es la atmósfera y guardan restos de polen o plantas que han sido transportadas por el viento”, revela el investigador del IPE.
Con una pequeña perforación en esta capa helada se puede viajar en el tiempo. Un trayecto de 800.000 años en algunos casos y en otros como el Monte Perdido en los Pirineos de 2.000 años. “Gracias a este hallazgo hemos podido confirmar que en época romana no hubo un aumento de temperaturas en el Pirineo”, destaca Revuelto. Un secreto almacenado durante dos milenios que los detectives del Instituto Pirenaico de Ecología consiguieron descifrar en 2017. “Demostramos que el glaciar estuvo activo durante la época romana, un conocido período cálido en la Península Ibérica”, revela la investigación.
Gracias a una columna de 15 metros, los investigadores españoles consiguieron reconstruir el clima en los Pirineos españoles. “Permite identificar períodos fríos de crecimiento glacial y períodos cálidos de pérdida de hielo”, detalla el texto.
Sin embargo con el paso de los meses y años, este registro histórico se pierde ladera abajo en finos riachuelos de agua dulce. “En esta investigación, los compañeros no han encontrado hielo con menos de 600 años“, alerta Revuelto.
Este mal no es endémico, sino que, más bien, es pandémico. El cambio climático ha derretido más de 9,6 billones de toneladas de hielo glacial desde la década de los sesenta, según la Universidad de Zúrich. “El volumen está disminuyendo y sólo los que tienen condiciones más propicias y que acumulan más nieve aguantan”, apostilla el investigador del IPE del CSIC.
A pesar de su especial protección, incluso por ley, los Glaciares Pirenaicos han pasado de ocupar 2.060 hectáreas en 1850 a 210 hectáreas en la actualidad, y de 52 masas de hielo contabilizadas a solo 19. “Se trata de los últimos testimonios de los glaciares que, junto a otros agentes modeladores, dieron lugar a las principales formas del relieve de los Pirineos“, firma la Diputación de Aragón en un documento sobre estos “monumentos naturales”.
2000 años de crecimiento, décadas para desaparecer
Una resistencia a cambios de temperatura numantina durante la época romana y la Edad Media que se puso fin en el S.XIX. “La Pequeña Edad de Hielo fue su etapa máxima”, explica Jesús Revuelto. “Hubo bajas temperaturas y abundantes nevadas”, añade.
Casi dos siglos después, la situación es totalmente diferente. “Lo que hay ahora en los Pirineos es una décima parte de lo que había hace 150 años”, advierte Revuelto. “La tasa reciente de pérdida de masa de hielo es más rápida que la de los cuatro siglos de la Anomalía Climática Medieval (siglos X al XIV)”, agrega la investigación española. “Sugiere que el calentamiento actual en los Pirineos es más rápido e intenso que en cualquier fase cálida anterior de los últimos 2000”.
Sin embargo, “es complicado vaticinar una fecha concreta de desaparición, pero si seguimos así veremos pequeñas rocas glaciares y no glaciares como los de ahora”, destaca el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología.
En el caso de los Alpes, donde recientemente, parte de un glaciar se ha desprendido el cambio climático ya se deja notar. La nieve se ha debilitado, según un estudio de Science, la línea de los árboles, esa frontera imaginaria que marca el límite del hábitat en el que la vegetación es capaz de desarrollarse, ha ido escalando metros en los últimos años.
Al otro lado del Atlántico, la alerta es similar desde la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) estadounidense. Entre los glaciares que más rápido están desapareciendo, se encuentran los de los Alpes, Islandia o Alaska. “El único modo de detener este deterioro es evitar el aumento de temperaturas y eso pasa por reducir las emisiones”, explica Revuelto. “Este cambio climático es acción del hombre”, sentencia.
Fuente: Heraldo de Aragón. José González.
Imagen: Andrea Solero