2024 fue el año más cálido registrado, tras un 2023 con niveles récord de gases de efecto invernadero (GEI). Estas temperaturas extremas y los niveles de GEI contribuyeron al aumento continuo de la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos, perjudicando a comunidades de todo el mundo. Este empeoramiento de las condiciones no es accidental, sino el resultado de las decisiones tomadas por las empresas de combustibles fósiles, las instituciones que las financian y los responsables políticos que supervisan esos mercados. Este desequilibrio de poder global permite a las grandes corporaciones obtener enormes beneficios a expensas de nuestro planeta y de las comunidades de todo el mundo, que son las menos responsables de la crisis climática, pero que se encuentran en la primera línea del desastre climático.
Como en años anteriores, este informe de la Coalición Banking on Climate Chaos (BOCC) mide el nivel de contribución de los bancos a los daños provocados por el clima a las personas, las comunidades, los ecosistemas, las economías y nuestro planeta, y llama la atención sobre los daños que esta financiación causa a las comunidades más vulnerables que luchan por proteger sus hogares, su salud y su estilo de vida.
Nuestra principal conclusión este año es que, a pesar de haber adoptado políticas en años anteriores sobre “cero emisiones netas” y otros compromisos climáticos, en 2024 los bancos globales se retractaron de muchos de esos compromisos climáticos y aumentaron significativamente su financiación a los combustibles fósiles, incluyendo el aumento de la financiación para su expansión.
Esto contradice toda la evidencia de que garantizar la seguridad energética y salvaguardar a las comunidades y la salud de nuestro planeta no requiere un nuevo suministro ni infraestructura de combustibles fósiles. Si bien no se necesita ni un solo oleoducto, buque cisterna, yacimiento petrolífero ni ningún otro suministro de combustibles fósiles, los bancos continúan financiando la expansión de los combustibles fósiles y los daños que conlleva para las personas, las economías y el planeta.
En medio de una crisis climática cada vez mayor que afecta a los clientes, accionistas y comunidades de los bancos donde operan, estos tienen la responsabilidad de adoptar planes de transición que reduzcan drásticamente la financiación de los combustibles fósiles, incluyendo el fin inmediato de la financiación para la expansión. Sin embargo, el aumento significativo de la financiación de los combustibles fósiles por parte de los bancos globales en 2024, especialmente el aumento de la financiación para la expansión de los combustibles fósiles, demuestra claramente que el sector bancario no tomará voluntariamente las medidas necesarias para abandonar la financiación de los combustibles fósiles al ritmo y la escala necesarios para que el mundo alcance los objetivos del Acuerdo de París. Por lo tanto, es vital que los responsables políticos respalden con fuerza sus compromisos en el marco del Acuerdo de París y exijan a las instituciones financieras la rendición de cuentas para proteger nuestro clima, nuestras comunidades y nuestras economías de los daños de la financiación de los combustibles fósiles.”>Esto contradice toda la evidencia de que garantizar la seguridad energética y salvaguardar a las comunidades y la salud de nuestro planeta no requiere un nuevo suministro ni infraestructura de combustibles fósiles. Si bien no se necesita ni un solo oleoducto, buque cisterna, yacimiento petrolífero ni ningún otro suministro de combustibles fósiles, los bancos continúan financiando la expansión de los combustibles fósiles y los daños que conlleva para las personas, las economías y el planeta.