El proceso de evolución cultural humano nos ha llevado a importantes avances de todo tipo que han redundado en la mejora de calidad de vida humana.
Sin embargo, para poder desarrollar dichos avances y los procesos asociados a ellos, de los cuales dependemos en numerosísimas ocasiones en nuestra vida diaria, ha sido y es necesario la interacción con el medio ambiente para obtener de él recursos y servicios de todo tipo y en muchas ocasiones también para devolverle aquellos elementos rechazados (residuos, emisiones, vertidos…) por la propia actividad antrópica.
Estas interacciones han generado los ya conocidos problemas ambientales, impactos que alteran los equilibrios y las relaciones existentes en el medio natural y entre dicho medio y el medio que denominamos genéricamente antrópico, con las consiguientes consecuencias negativas a todos los niveles.
Por suerte ya somos plenamente conscientes de que la reducción de estos problemas ambientales pasa por una inevitable acción humana que propugne cambios en nuestras formas de vida y consumo y que rehabilite las relaciones con y en el medio natural, es decir es necesario la implementación de cambios en nuestras formas de vivir hacia otras más respetuosos y simbiónticas con los sistemas naturales.
Para poder desarrollar dicho proceso es necesario iniciar y llevar adelante procesos de educación ambiental que permitan hacer llegar al conjunto de la sociedad mensajes explicativos y exhortativos para fomentar esos necesarios cambios. Mensajes que han de producir consecutivamente cambios de conciencia y de formas de comportamiento hasta alcanzar unos nuevos estándares de niveles de interacción con el resto del medio ambiente que resulten soportables para su estabilidad y para que pueda seguir aportando los recursos y servicios necesarios para la vida humana.
Estos procesos de educación ambiental es muy recomendable que lleguen a todo el conjunto de la sociedad, tratando de alcanzar el máximo posible de colectivos diferenciados, por formación y ocupación, por edades, por intereses…
Entre estos grupos, sin lugar a dudas, uno con el que se debe trabajar de forma preferente, pero no exclusiva, es el del colectivo de niños/as y jóvenes de diferentes edades, ya que la incorporación de comportamientos en el período de menor edad será siempre más sencilla además de resultar también éstos más duraderos y estables que cuando se intentan introducir a mayores edades.
Las formas de hacer llegar mensajes y contenidos a los/ as niños/as y jóvenes es muy variada, existiendo una enorme batería de recursos y herramientas con las que trabajar con ellos/as para concienciarlos/as e introducir comportamientos responsables y respetuosos.
En el caso de los/as más pequeños/as, el uso de actividades educativas con una componente lúdica resulta especialmente recomendable, ya que facilita la atención y la compresión por su parte, lo cual redunda en una mayor asimilación de contenidos, conceptos, ideas y la incorporación de nuevos comportamientos.
En el caso del CEACV, una de las actividades educativas, con esa componente lúdica, que mejores resultados no ha dado con grupos de niveles educativos de infantil y primaria es el uso de cuentos teatralizados con marionetas.
En el CEACV hemos desarrollado cuatro cuentos, cada uno dedicado a una temática distinta (contaminación del agua, cambio climático, los olivos y árboles-residuos), que hemos adaptado a una pequeña función teatral de marionetas con un narrador, que se ofrecen como una actividad más en nuestro programa educativo.
En este material os ofrecemos los textos de estos cuatro cuentos y las fichas de uso didáctico de cada uno de ellos para que puedan ser empleados por aquellos profesores y profesoras, educadores y educadoras, monitores y monitoras…. que quieran introducir este tipo de actividad con los niños y niñas con los que trabajan.
Contar cuentos siempre es un seguro para conseguir la atención de niños y niñas de corta edad, es una forma perfecta de que aprendan mientras disfrutan.
