En las elecciones europeas de 2024, la participación electoral varió de forma significativa entre regiones y ciudades, con una media global del 51,08 %. Esta variación, influida por factores socioeconómicos y territoriales, pone de relieve la necesidad de comprender cómo ejercen sus derechos democráticos los ciudadanos de las distintas regiones, ciudades y Estados miembros.
Las dimensiones regional y local son cruciales para la democracia europea. Reforzar estos aspectos garantiza que se escuche la voz de los ciudadanos y se respeten sus derechos. Debido a su proximidad a los ciudadanos y a los altos niveles de confianza de que suelen gozar, las ciudades y regiones ocupan una posición privilegiada para fomentar la participación democrática y representar las preocupaciones de sus residentes a escala de la UE. En mayo de 2024, la confianza en las autoridades locales y regionales alcanzó un máximo del 60 %, lo que refleja su papel crucial a la hora de hacer frente a las crisis y comprometerse con la UE. La creciente diversidad de los procesos democráticos regionales 2 y locales ha reforzado la legitimidad de los representantes locales y regionales, ya que interactúan regularmente con los ciudadanos.
En los últimos años, regiones de toda Europa se han visto afectadas por múltiples crisis, entre ellas la pandemia de COVID-19, la invasión rusa de Ucrania y los retos que plantea la crisis climática. Estas crisis, combinadas con las crecientes amenazas a la democracia registradas a escala mundial, han puesto a prueba a las regiones europeas. Las amenazas a la democracia y al Estado de Derecho siguen constituyendo una preocupación central para los ciudadanos de la UE, y es más crucial que nunca comprometerse con quienes han perdido la confianza en los gobiernos y no participan en las elecciones.
Para potenciar su papel en la elaboración de políticas, las regiones y ciudades necesitan asociaciones más fuertes y en pie de igualdad con los niveles europeo y nacional, que reflejen el principio de subsidiariedad activa. Las políticas que reconocen la riqueza cultural y las peculiaridades de los territorios de la UE son cruciales para garantizar la inclusión y la igualdad de oportunidades. Por ello, las autoridades locales y regionales piden que el Comité Europeo de las Regiones desempeñe un papel más importante en la gobernanza de la UE, en particular en lo que atañe a las políticas territoriales, y subrayan la necesidad de que en futuras reformas se avance en la descentralización y la gobernanza multinivel.
Más de un millón de representantes locales y regionales participan regularmente en diálogos, utilizando las mejores prácticas para impulsar la participación y la inclusión de los ciudadanos.
Las regiones y ciudades europeas experimentan a diario lo que significa estar en el continente que más rápido se calienta de la Tierra. La crisis climática afecta a Europa de forma desigual: mientras algunas regiones han sufrido sequías extremas, otras han registrado inundaciones sin precedentes. El calor extremo, los incendios forestales, la sequía y las inundaciones se agravan, afectando a la seguridad energética y alimentaria, los recursos hídricos, la estabilidad económica y social y la salud. El coste de la adaptación al clima está aumentando drásticamente, oscilando entre 80000 y 200000 millones EUR al año en función de una hipótesis de aumento de la temperatura de +2 o +3/4°ºC. Dado que los riesgos relacionados con el clima son territorialmente asimétricos, las respuestas políticas deben responder a las distintas necesidades locales, garantizando la solidaridad entre comunidades.
La mortalidad relacionada con el calor ha aumentado casi en todas las regiones europeas: la Oficina para Europa de la OMS calcula que, de aquí a 2050, podrían producirse 120 000 muertes relacionadas con el calor cada año. El año pasado, los europeos soportaron un número récord de días de «estrés térmico extremo», en los que la sensación 3 térmica supera los +46 °C. Esta nueva realidad conlleva también sequías más prolongadas y escasez de agua. En el sur de Europa, hasta el 70 % de la población corre el riesgo de sufrir estrés hídrico estacional.
Al mismo tiempo, aumentan las tormentas, las lluvias torrenciales y otros fenómenos meteorológicos extremos. Más de 53 millones de europeos viven en zonas propensas a inundaciones. También se prevé un aumento del riesgo de enfermedades transmitidas por el agua, los alimentos y los vectores.