Un sistema en peligro
Esta es la dura conclusión del Informe Planeta Vivo 2024, que revela un catastrófico descenso del 73 % en el tamaño medio de las poblaciones de vida silvestre evaluadas en los últimos 50 años. Es una cifra alarmante para todas aquellas personas que nos preocupa el estado de nuestra naturaleza. Pero también es otro indicador de la implacable presión causada por la doble crisis climática y de pérdida de naturaleza, y de la amenaza de quiebra del sistema regulador natural que sustenta nuestro planeta vivo.
Los descensos de las poblaciones de fauna silvestre que han sido analizadas funcionan como un indicador de alerta temprana de la posible pérdida funcional y de resiliencia de los ecosistemas. Esto no solo afecta a las especies implicadas; como seres humanos, también dependemos de estos ecosistemas. Desde los alimentos y el agua que consumimos, hasta la calidad del aire que respiramos y las medicinas que necesitamos: la naturaleza es nuestro sistema de soporte vital.
Una vez dañados y degradados, los ecosistemas pueden volverse más vulnerables a sufrir puntos de inflexión. Es entonces cuando presiones como la pérdida de hábitats, el cambio de uso del suelo, la sobreexplotación o el cambio climático empujan a los ecosistemas más allá de un umbral crítico, provocando un cambio sustancial y potencialmente irreversible. Este informe examina los puntos de inflexión regionales y globales más allá de los cuales ecosistemas de importancia global, como el Amazonas, podrían dejar de ser funcionales. Lo que queda claro es que los impactos no solo serían devastadores para las comunidades locales, sino también para el clima global y el suministro de alimentos y afectaría a sociedades y economías de todo el mundo.
Ante la pérdida de naturaleza, los nuevos récords de temperatura que se están alcanzando y los múltiples puntos de inflexión en el horizonte, sería fácil caer en la desesperación. Afortunadamente, aunque no tenemos tiempo que perder, aún no hemos sobrepasado el punto de no retorno. El poder —y la oportunidad— para cambiar la trayectoria están en nuestras manos.
El informe reconoce los progresos que la humanidad ya ha realizado, como duplicar en la última década la capacidad mundial de energías renovables y los frutos que han dado los esfuerzos de conservación. Los gobiernos también han logrado alcanzar acuerdos mundiales, como el Acuerdo de París sobre cambio climático, el Marco Mundial para la Biodiversidad y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que señalan el camino hacia un futuro más seguro, más justo, más saludable y más próspero.