La humanidad se enfrenta al mayor reto de su historia: actuar frente a la emergencia ecológica con contundencia. Esta amenaza, cuyas consecuencias más visibles son las crisis climática y de pérdida de biodiversidad, está atacando gravemente la vida de este planeta, incluyendo la del ser humano. En los meses de verano que preceden a la publicación de este informe los medios de comunicación se han hecho eco de desastres medioambientales de gran gravedad como la muerte de miles de peces y crustáceos en el Mar Menor, incendios como el de Navalacruz en Ávila o el de Sierra Bermeja en Málaga, de una gravedad sin precedentes, o récords de temperaturas máximas registradas en España, en concreto en Montoro, Córdoba, donde se han llegado a alcanzar los 47’4 grados. Si se pone el foco más allá de las fronteras españolas, son muchas más las muestras que dan visibilidad a los resultados que se obtienen cuando la respuesta a la emergencia ecológica no está a la altura. Las imágenes de las inundaciones en Alemania o los efectos de la ola de calor de Canadá en su fauna marina ilustran con claridad el problema.
La sociedad debe replantearse el impacto físico de su modelo de producción, expansión y gestión del territorio si quiere reconducir su rumbo. Actualmente políticos y sociedad civil se encuentran en una encrucijada sin precedentes: transformemos nuestro modo de vivir si queremos seguir viviendo. El presente informe pretende contribuir a este cambio poniendo el foco en los entornos urbanos y periurbanos, buscando respuestas a cómo un nuevo modelo de relación con la naturaleza puede afectar a nuestras ciudades.