El concepto de salud ha ido modificándose a lo largo de los años desde un concepto de “ausencia de enfermedad” a otro mucho más amplio que abarca otros aspectos distintos a la propia salud física de la persona, de hecho el concepto actual que la Organización Mundial de la Salud ofrece para la salud es “el completo bienestar físico, mental y social”, y desde aquí deberá seguir evolucionando. Muchos estudios evidencian que en países con cobertura asistencial universal, más del 40% de carga de enfermedad es atribuible a grandes determinantes de salud, como son los factores ambientales y las condiciones y estilos de vida.
Por tanto, existe amplio consenso y evidencia de que el estado de salud depende de distintos factores interrelacionados entre sí, unos más próximos al individuo, como pueden ser la edad, el sexo o el estilo de vida, y otros menos afectados por las decisiones individuales, como son la educación, la vivienda, el empleo, el transporte o las condiciones ambientales de nuestro entorno, los llamados determinantes sociales de la salud. Nuestra capacidad para modificar de manera individual estos factores es limitada, en la mayoría de los casos.
En este sentido, las decisiones políticas, no son sólo las tomadas desde el ámbito sanitario, sino en la educación, vivienda, trabajo, economía, medio ambiente o planificación urbana, tienen un impacto muy importante en nuestra salud. Dicho enfoque es el que subyace en la estrategia de la Salud en -y paraTodas las Políticas , incluida en el IV Plan Andaluz de Salud aprobado por el Gobierno de la Junta de Andalucía .
Una de las llamadas áreas no sanitarias que adquiere una especial relevancia es el planeamiento urbanístico. Casi el 97 % de la población residente en Andalucía lo hace en en ciudades y pueblos , por lo que toda intervención encaminada a mejorar el entorno, la habitabilidad y el disfrute de estos espacios por parte de la ciudadanía contribuirá de manera sustancial a la mejora de la salud, el bienestar y la calidad de vida de nuestra población.
El planeamiento urbanístico puede conferir determinadas características a nuestras ciudades y municipios, como establecer la superficie y distribución de las zonas verdes, determinar la ubicación de equipamientos y las localizaciones de las zonas residenciales, industriales, comerciales, etc., facilitar la movilidad activa (peatonalización, carriles bicis, aparcamientos disuasorios…), establecer la tipología de las viviendas o impedir determinados usos del suelo.
Estas cuestiones tienen un efecto directo en el día a día de la ciudadanía, y las decisiones que se tomen al respecto pueden contribuir a que nuestras ciudades sean más saludables. Además, dicho planteamiento se debe unir decisivamente al modelo de activos en salud, como elementos indispensables de la mejora del bienestar biológico, psicológico y social de nuestra población.
Sin embargo, no es una labor fácil porque ni existe un único modelo de ciudad ni los condicionantes físicos y sociales existentes nos permitirían adoptarlo. Por ello, el enfoque más habitual consiste en crear unos indicadores que evalúen cómo se acerca el diseño real a esas condiciones ideales y qué parámetros modificar para mejorar el diseño existente. Por tanto, con la convicción de que contribuirá sólidamente a a la mejora de la salud y la calidad de vida de la ciudadanía, y con la idea de facilitar esta labor a los Ayuntamientos, redactamos el primer manual de estándares salubristas urbanísticos en España.
Un porcentaje altísimo de personas decidirán en los próximos años dónde van a vivir y estoy convencido de que este grandísimo trabajo, liderado por el Servicio de Salud Ambiental de la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica de la Junta de Andalucía, es el primer paso hacia un desarrollo, transformación y adecuación de nuestras ciudades, con la contribución a la mejora de la salud pública como nuevo, y definitivo, objetivo de la ordenación urbana.
