E l entorno natural del planeta se ve cada vez más afectado por el cambio climático, lo cual incluye perturbaciones del ciclo de crecimiento vegetativo y de la lluvia, cambios en la diversidad de de especies o pérdida de especies y de hábitats naturales, desertificación, aumento del nivel del mar, acidificación de los océanos y decoloración de los corales. Según estudios científicos recientes, una de cada cuatro especies corre el riesgo de desaparecer en 2050 debido al cambio climático.
El cambio climático se combina con otros factores de estrés que repercuten en la biodiversidad, como la degradación y la fragmentación de los hábitats naturales, la sobreexplotación, la contaminación y las especies exóticas invasoras. También aumentan la frecuencia y la gravedad de los desastres naturales, como inundaciones, sequías, olas de calor y tormentas, con ejercen impactos negativos de importancia en las poblaciones humanas.
Para luchar contra el cambio climático, necesitamos urgentemente reducir las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas. Dada la inercia del sistema climático, también es necesario poner en marcha medidas de adaptación para anticipar y prepararse mejor para las consecuencias del desequilibrio climático. Entre la variedad de soluciones propuestas (ahorro energético, mejoras de la tecnología, desarrollo de energías renovables, uso del transporte público, economía circular/reciclaje, etc.), las que proporciona la naturaleza a menudo se pasan por alto o se subestiman. Sin embargo, son soluciones naturales para la captura y el almacenamiento del carbono, además de que ofrecen oportunidades reales y beneficiosas para mitigar los impactos del cambio climático y reducir la exposición de las poblaciones humanas a los efectos del mismo.