En un momento en que el 10% más rico de la población mundial gana más de la mitad de los ingresos del mundo y posee prácticamente toda la riqueza del mundo, y cuando solo un puñado de países tiene las condiciones adecuadas para una verdadera movilidad ascendente, la gente está perdiendo la fe en que los sistemas políticos y económicos de los que depende el negocio les brindará a ellos y a sus familias.
Al mismo tiempo, nos encontramos al borde de la mayor crisis del costo de vida en una generación, ya que la invasión rusa de Ucrania da lugar a una tormenta perfecta de crisis alimentaria, energética y financiera que afectará más a los más vulnerables de nuestras sociedades. . Estas crisis están agravando aún más las desigualdades y fragilidades que surgen de la pandemia de COVID-19, así como las crecientes presiones que se desarrollan como resultado de la emergencia climática.
En este contexto, el Secretario General de la ONU ha pedido esfuerzos globales urgentes para “priorizar las inversiones en las personas” en un intento por rescatar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Las empresas tienen poderosas palancas a su disposición para ser parte de este esfuerzo de rescate, así como poderosas razones para usarlas. La desigualdad socava la dignidad humana y el progreso social. También afecta el desempeño comercial, limita la productividad y la innovación, reduce la confianza y el gasto de los consumidores, desestabiliza las cadenas de suministro y aumenta la incertidumbre en el entorno político y regulatorio.
En este momento crítico, como copresidentes de la Comisión Empresarial para Abordar la Desigualdad (BCTI), hacemos un llamado a la acción para que los líderes empresariales mundiales se unan en torno a una misión compartida para trabajar con los gobiernos para abordar la desigualdad.
Este informe representa un importante punto de partida. Desarrollado en colaboración a través de los aportes de la cohorte de BCTI de más de 60 Comisionados de empresas, organizaciones intergubernamentales, la sociedad civil y la academia, presenta un caso convincente para los esfuerzos empresariales para abordar la desigualdad, así como una agenda común para la acción.
Junto con el gobierno, el sector privado tiene un papel fundamental que desempeñar para abordar la desigualdad. Muchas empresas líderes ya están adoptando este papel al trabajar para nivelar el campo de juego. El llamado a la acción ahora es para que todas las empresas maximicen su potencial para evitar los riesgos que plantea la creciente desigualdad y garantizar que la igualdad de oportunidades y mejores resultados estén disponibles para todos.
Esperamos que se una a nosotros en nuestros esfuerzos para ampliar y dar un sentido de urgencia a este trabajo, y que juntos podamos movilizar el poder del sector privado para lograr una prosperidad compartida.
