Este 2025 está siendo un año de aniversarios importantes en Los Monegros: 25 años se constituyó la Coordinadora de Asociaciones de Mujeres de Los Monegros, otros 25 años de Orbea Monegros o 45 años de la fundación de la Agrupación de Peñas de Sariñena, y entre estos destacados aniversarios, en el mes de junio se celebra el décimo aniversario de la inauguración del Museo de Oficios Antiguos de Sena.
Una fascinante colección de piezas y utensilios de oficios antiguos que reflejan las labores y enseres domésticos utilizados por nuestros antepasados. Ubicado en una casa particular que solía ser una fonda del pueblo y una herrería, el museo cuenta con más de 7.000 antigüedades restauradas correspondientes a casi 200 oficios, clasificados en 170 temáticas de oficios perdidos o labores tradicionales.
Todo un homenaje a los profesionales históricos de la familia del fundador, Alejandro Campoy Ríos, que ofrece una visión única de la vida cotidiana y los trabajos tradicionales del Alto Aragón.
Toda una vida es la que lleva Alejandro Campoy, en la localidad de Sena, realizando este importante esfuerzo por recuperar una historia y un pasado a través de la reconstrucción de herramientas y objetos de distintos oficios y antiguas formas de vida y de trabajo y que ha convertido al Museo en uno de los principales referentes culturales y patrimoniales de Los Monegros.
Alejandro y su familia llevaban años recogiendo y restaurando muchas piezas antiguas, “llegó un punto en el que al no verlas nadie, parecía un trabajo inútil y entonces pensé en hacer este museo, una vez construido pensé en organizarlo por oficios y esta ha sido la diferencia con otros museos”, explica Alejandro.
Durante esta década el propietario del Museo se ha encontrado con muchos desafíos, “los primeros años sobre todo estuvieron en la obra porque al final fueron 15 años de obras”, dice Alejandro que es albañil de profesión, “tuve que diseñar varios proyectos, eléctrico, medidas y normativas de puertas, accesos, etc. Pero lo más difícil ha sido atraer a grupos y personas, pero todo va surgiendo y ahora con el Monasterio de Sijena hemos notado una gran afluencia de público”.
De la recuperación de antigüedades, Alejandro tiene que pensar, “son muchas y algunas han costado más esfuerzo que otras”, señala y recuerda, “el banco de carpintero que tenemos en la carpintería, un vecino me dijo que estaba en una escombrera en Esplús y en pleno verano, con mucho calor, fui a buscarlo con mi hermano, saltamos la valla y al minuto llegó un gitano y me dijo si llegas un minuto más tarde no te lo llevas”, tuvieron que cargarlo en la furgoneta rápidamente, “y lo metimos con las puertas abiertas por lo que fuimos por caminos para que no nos pillaran”, narra Alejandro que una vez situado en el museo, “lo terminé de vestir con tornillos que tenía antiguos, y con todos los aparejos que lo componen y que yo tenía de piezas que había recopilado”, explica sobre estos trabajos que ha tenido que realizar con muchos objetos.
En referencia a la evolución durante estos diez años, Alejandro afirma que el cambio en el museo ha sido impactante, “comenzamos con muchas menos antigüedades y muchos menos oficios de los que tenemos y ahí ha tenido mucho que ver también la confianza de la gente que en la actualidad nos apoya y colabora, al principio estábamos más solos nadie, creía que iba a hacer el museo, se lo tomaban a risa, pero a medida que han visto como evolucionaba el museo y como se ha ido transformando, organizando y exponiendo al público, muchos se han animado a donar cosas e incluso oficios enteros porque han visto que era un buen lugar para guardar el legado de sus antepasados”, subraya, “por ejemplo la imprenta de Sariñena, el tornero fresador de Alcañiz, el oficio de cestería que nos recomendó Eugenia Monesma y que ahora se puede ver y disfrutar con el nombre de la familia, o el yunque de Peralta de Alcofea”, detalla Alejandro que también ha restaurado unos puñales de matar tocinos de Robres, de Huerto le han donado los aparejos del oficio de chicharrero, “que eran para cortar tripas y recoger las tripas de los animales con las que hacían las raquetas de tenis o cuerdas musicales, las cuerdas de catgut, también hacían el hilo quirúrgico de las operaciones”.
Para este apasionado por los oficios antiguos no resulta nada fácil conseguirlos, “con la imprenta llevamos ya tres años, pues son muchas piezas, algunas de otros oficios son realmente difíciles de conseguir, voy estudiando, investigando, como me paso con las velas de cera, que he ido muchos años tras ellas, o el bombo de sortear los quintos de la mili en Sena que lo consiguió mi mujer Rocío y me lo regaló en mi cumpleaños, toda una gran sorpresa, otros instrumentos los tengo localizados pero hay que tirar de talonario y debo esperar”, y otras piezas que llegan por sí solas, “como el globo terráqueo o una pierna ortopédica de la guerra civil”.
Sobre la guerra civil, o la primera, segunda Guerra mundial, así como la de Cuba, Alejandro espera en un futuro próximo tener una buena exposición, con ampliación de uniformes de los distintos ejércitos.
Después de estos diez años, se siente orgulloso de la acogida del público, “no puede ser mejor, porque no ha habido una sola opinión negativa, todo lo contrario, en el libro de opiniones que ya vamos terminando el segundo, han escrito miles de personas de todas las edades y la verdad es que todo el mundo se va a encantado, todos aseguran que por mucho que hayan viajado no encuentran otro museo igual donde está todo muy completo, documentado, organizado con las etiquetas con el nombre del oficio, el nombre de las piezas, fechas, familias artesanos, este si que es un sueño hecho realidad”, concluye Alejandro.
