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Radiografía de 171 años de gases de efecto invernadero

Mientras se suceden los fenómenos meteorológicos extremos vinculados a la crisis climática, 2023 va a ser con toda probabilidad el año más caluroso desde al menos 1850, cuando arrancan los registros fiables de temperatura. 1850 es también el año que se suele tomar como referencia para explicar el origen del problema, que está fundamentalmente ligado a los combustibles fósiles, principales responsables de las emisiones de efecto invernadero. Estos gases se acumulan durante décadas o siglos en la atmósfera y causan el calentamiento global. Es a partir de la Revolución Industrial cuando el ser humano empieza a emplear a gran escala el carbón, el petróleo y el gas, que han desencadenado la crisis climática. Pero no toda la humanidad es igual de responsable. “Las contribuciones al cambio climático son desiguales”, advierte un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) que se publica este lunes. “Una minoría de países ha contribuido con la mayoría de las emisiones”, remacha el estudio.

Los autores, al hablar de las responsabilidades históricas, apuntan directamente a las naciones más ricas y desarrolladas: “En conjunto, los Estados Unidos de América y la Unión Europea contribuyeron con casi un tercio del total de las emisiones acumuladas [de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero] desde 1850 hasta 2021″. Ambas potencias acumulan, en concreto, el 32% del CO₂ —19%, EE UU; 13%, los 27 miembros de la UE— expulsado en estos 171 años. El tercer actor principal en esta historia es China, que ha generado ya otro 13% del dióxido de carbono mundial desde 1850.

Los datos proceden del Informe sobre la brecha de las emisiones, del Pnuma, en el que se advierte de que los gases de efecto invernadero siguen aumentando (en 2022 crecieron otro 1,2%). Los autores resaltan que se han producido avances desde que se firmó el Acuerdo de París en 2015, aunque los planes climáticos que tienen en marcha las naciones del mundo todavía llevan a un calentamiento de entre 2,5 y 2,9 grados Celsius, muy por encima de los niveles de seguridad fijados en ese pacto de hace ocho años.

Esta es la decimocuarta edición del informe sobre la brecha, que año a año ha ido proporcionando una imagen cada vez más clara “de las emisiones pasadas y presentes”, explica Joeri Rogelj, uno de sus autores principales y profesor de ciencia climática y política del Imperial College London. “No solo en términos de cuántas emisiones se están produciendo a nivel mundial, sino también por quién y cuál ha sido su efecto en el calentamiento global”, apostilla. Pero este año es la primera vez que el estudio se adentra en las contribuciones históricas de los países al calentamiento global desde 1850. “Esta información nos ayuda a comprender mejor la situación actual en la que los países necesitan tomar decisiones sobre cómo resolver la crisis climática”, añade.

Si se mira hacia atrás está claro que a los responsables históricos hay que buscarlos en el G-20, cuyos miembros acumulan casi el 80% de todo el dióxido de carbono expulsado entre 1850 y 2021. Además de las emisiones de CO₂, el informe añade otro indicador: la contribución al calentamiento global, menos preciso que en el caso del dióxido de carbono, pero que incluye también la estimación de las emisiones acumuladas de otras sustancias de efecto invernadero como el metano, el óxido nitroso y los gases fluorados. Y EE UU vuelve a ser el primero, con el 17%. Le siguen en esta clasificación China (12%), la UE (10%), Rusia (6%) y la India (5%).

Pero el retrato cambia cuando se analizan las emisiones actuales. China es, de lejos y ya desde hace dos décadas, el primer emisor mundial. En 2021, según recoge el informe del Pnuma, fue responsable del 30% de todos los gases de efecto invernadero. Le siguen a gran distancia EE UU (11%), la India (7%), la UE (7%) y Rusia (5%).

Per cápita
Otro indicador útil a la hora de fijar responsabilidades del cambio climático es el de las emisiones según la población. En este caso, y solo en el grupo de los grandes emisores, EE UU y Rusia, ambos con alrededor de 15 toneladas per cápita en 2021, encabezan el listado. A continuación está China, con algo más de 10 toneladas por habitantes (la media mundial son 6,5).

China, efectivamente, está por detrás de Estados Unidos, pero mientras que la economía estadounidense ha reducido sus emisiones per cápita en los últimos 20 años (de 22,3 toneladas a 15,3), el país asiático sigue incrementándolas y las ha más que duplicado en el mismo periodo, de 3,6 a 10,2. Lo que temen los expertos es que sigan creciendo en el caso de China y de otras naciones en desarrollo como la India, la nación más poblada del planeta. Esto compromete seriamente la lucha internacional contra el cambio climático.

“Para salir de la pobreza y desarrollarse, las personas necesitan energía limpia y segura”, detalla Rogelj. “Históricamente, la principal forma con la que se podía proporcionar energía eran los combustibles fósiles, y los países desarrollados los han utilizado mucho, lo que generó una gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero y de calentamiento global”, añade este experto. “Los países más pobres tienen el derecho inalienable de desarrollarse y necesitan energía para hacerlo”, abunda, “pero afortunadamente hoy en día también tenemos opciones de energía bajas en carbono que son baratas”. “Con el apoyo adecuado, los países más pobres deberían poder evitar los errores climáticos del pasado”, concluye Rogelj.

El Pnuma resalta que “un número cada vez mayor de países ha alcanzado su punto máximo” de emisiones y han reducido “sus emisiones absolutas durante más de 10 años”. Es decir, ha llegado ya su pico. 36 países están en ese punto, de los que 22 son miembros de la Unión Europea, mientras que otros ocho son países de renta alta: Australia, EE UU, Israel, Japón, Noruega, el Reino Unido, Suiza y Ucrania. Otros seis, de ingresos medios, también lo han conseguido: Albania, Cuba, Jamaica, México, Macedonia del Norte y Sudáfrica.

Alcanzar ese pico cuanto antes para luego reducir drásticamente las emisiones es lo que se necesita para cumplir el Acuerdo de París. Este pacto, firmado en la capital francesa en 2015, plantea como objetivo central que el aumento de la temperatura global se quede a finales de siglo por debajo de los dos grados, y en la medida de lo posible en los 1,5, siempre respecto a los niveles preindustriales. En estos momentos, el calentamiento ronda los 1,2 grados y en el mejor de los escenarios los científicos plantean que se supere esa barrera de los 1,5 para luego caer. Para eso, el primer paso es que se reduzcan las emisiones en un 42% en 2030. Pero los planes climáticos de los casi 200 países que están en el Acuerdo de París llevarán a una reducción de entre el 2% y el 9%, calcula el informe del Pnuma. Para quedarse por debajo de los 2 grados de calentamiento, el recorte de las emisiones en 2030 debería ser del 28%, también lejos de lo que plantean ahora los planes climáticos.

El tiempo de respuesta se va agotando, aunque los países deben ir actualizando al alza sus planes climáticos periódicamente. En la cumbre del clima que arranca el 30 de noviembre en Dubái, la COP28, se realizará el primer gran balance y se hará un llamamiento para que se endurezcan los recortes de emisiones. En 2025, todas las naciones deberán presentar sus nuevas promesas. “No hay persona o economía en el planeta que no se vea afectada por el cambio climático, por lo que debemos dejar de establecer récords no deseados sobre emisiones de gases de efecto invernadero, temperaturas máximas globales y clima extremo”, ha señalado este lunes Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma.

António Guterres, secretario general de la ONU, ha instado a los países a que refuercen sus planes climáticos para que “cubran toda la economía y que tracen un rumbo para acabar con los combustibles fósiles”. En concreto, ha pedido a las naciones que se reunirán en Dubái que se comprometan “a triplicar la capacidad de las energías renovables, duplicar la eficiencia energética y llevar energía limpia a todos para 2030″. Y a “eliminar gradualmente los combustibles fósiles, con un marco temporal claro alineado con el límite de 1,5 grados”.

Fuente: El País. Manuel Planelles

 

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